Prosa aprisa
El lunes, en un desayuno, coincidí en un restaurante de Xalapa con un funcionario de un ayuntamiento de Morena del norte del estado. Viejo conocido mío, con muchos años de participación en la vida pública y política, fue inevitable que me tocara el tema de moda para hombres públicos como él: el político.
Cuando le pedí que me pintara un trazo general del panorama prelectoral en esa zona sobre el próximo relevo de la gubernatura, no dudó en comentarme, en forma inmediata, que quien tiene mucha presencia de Papantla “para arriba” es el delegado federal de Bienestar Manuel Huerta.
El naolinqueño es de quienes, sabiéndose que sí tiene aspiración de relevar a Cuitláhuac García Jiménez, hasta ahora no se ha abierto y no ha dicho que tiene la intención de participar. Mi interlocutor me decía que si lo hiciera y se pusiera a trabajar en la base electoral podría fortalecerse.
Pero entonces me dijo que cree que dentro de Morena mismo los opositores a Rocío Nahle, la candidata del palacio de gobierno, entre ellos Sergio Gutiérrez Luna y el mismo Manuel Huerta, no la van a tener fácil “porque nos tienen bien amenazados para que apoyemos a Nahle”.
Me comentó que están advertidos que si se enteran en Xalapa que están simpatizando, trabajando para otro aspirante, reuniéndose con él, no solo serán echados del gobierno sino que sufrirán las consecuencias.
No quiso ocultarme que incluso recibió la invitación del equipo político de un aspirante presidencial de Morena para trabajar los fines de semana un distrito en el estado, pero que el alcalde para el que trabaja le recordó la amenaza que pesa sobre ellos y le dijo que la instrucción es que apoyen solo a Claudia Sheinbaum. “Si te metes y se enteran, no voy a poder meter las manos por ti”, me comentó que le advirtió.
Ahora, igual que como en el PRI y en el PAN
Creo que no me dijo nada como para sorprenderse, porque no sería la primera vez que esto esté sucediendo. Lo mismo ocurrió con los gobiernos del PRI y del PAN, lo que nos dejó como enseñanza que eso es lo peor que un grupo político en el gobierno puede hacer en su intención de impulsar y ayudar a sus candidatos.
Creo que los veracruzanos tienen todavía fresco la última vez que un gobierno apretó tuercas, presionó, amagó, amenazó, tomó represalias, hizo cuanto pudo con rudeza para tratar de asegurar su permanencia en el poder, y cayó pese a todo: el de Miguel Ángel Yunes Linares, del PAN, cuando trató de heredar el poder a su hijo del mismo nombre.
Pero los políticos, y los aspirantes a serlo, menos, no aprenden en cabeza ajena. Los políticos, el pueblo, aguantan, pero tienen un límite: cuando la soga que tienen en el cuello ya está demasiado apretada y casi les corta la respiración, entonces estallan y se rebelan y se liberan. De siempre, por muchos gobiernos indeseables que ha tenido, se ha dicho que el veracruzano es un pueblo muy aguantador. Vaya que si lo ha sido. Hasta que lo han cansado.
Los viejos políticos recuerdan otro caso del mismo Yunes Linares, cuando siendo dirigente estatal del PRI y entonces no había una oposición fuerte, puso e impuso a candidatos incondicionales con los que pretendía ganar todas las alcaldías o la mayoría de ellas y dar muestras de control y fuerza política que lo catapultaran a la gubernatura en sustitución de su jefe el gobernador Patricio Chirinos.
La derrota que sufrió fue histórica. Los mismos priistas se rebelaron y votaron en contra de los candidatos impuestos y llevaron al triunfo a los de la oposición o a los que, marginados por su propio partido, habían renunciado al PRI para contender por otras siglas (en un acto de mucha vergüenza política y profesional Miguel Ángel renunció al cargo al día siguiente del revés).
Fidel Herrera optó por diálogo, convencimiento y entendimiento
En mi experiencia, que recuerde, el que optó por el camino contrario, el del diálogo, del convencimiento, del entendimiento, incluso del soborno, pero no de la fuerza, nunca de la amenaza ni de la represión, salvo en uno que otro caso cuando fue necesario, fue Fidel Herrera Beltrán, quien no creó súbditos, vasallos políticos, sino aliados.
Aún recuerdo las maratónicas reuniones de trabajo con todos los presidentes municipales de todo el estado, de todos los partidos políticos, sin excepción, en el Salón Yanga de la Casa de Gobierno, que él presidía siempre, con los diputados de los respectivos distritos, en los que escuchaba uno a uno, así fuera del municipio más pequeño y relativamente de menor importancia, tomaba nota, y sobre la marcha iba ordenando que les concedieran lo que le pedían, incluso hubo alguno que alguna vez le pidió unos burros para carga, y se los autorizó.
Siempre salían contentos incluso agradecidos con él, de tal forma que cuando les pedía un favor, como apoyar a un candidato, aunque no fuera de su partido, lo hacían con gusto. Porque, además, nunca intentó desaparecer ni empequeñecer a la oposición, y a los alcaldes que no eran del PRI tampoco les pidió que renunciaran a sus siglas y colores. Pero los tenía siempre de su lado.
El cuitlahuismo regresó a nocivas prácticas
Los actuales, con Eric Cisneros Burgos y la fiscal Verónica Hernández Giadáns en el papel de verdugos, regresaron a viejas y nocivas prácticas, tienen en la cárcel a muchos enemigos políticos y, como me lo testimonió el lunes el funcionario municipal viejo conocido mío, ahora recurren a la amenaza para tratar de hacer candidatas a Rocío Nahle y a Claudia Sheinbaum. La historia puede repetirse: los sometidos pueden rebelarse y darles una dura lección, que no olvidarían jamás, derrotándolos en su intención y en sus aspiraciones. Es muy sabio el dicho que dice que a la fuerza ni los zapatos entran.
Casi puedo asegurar, por información que tengo, pero cuyos detalles no puedo revelar por ahora, que en el futuro mediato en bloque alcaldes ahora sometidos le darán la espalda al cuitlahuismo y no apoyarán a sus candidatos. Ya tienen decidido por quién. Desean quitarse el pie que tienen encima de sus cuellos.
La sorpresa para los de acá puede empezar cuando vean derrumbarse a su candidata presidencial, quien estaría consciente de que la posibilidad de que no llegue es muy real e incluso también tendría decidido a quién sumarse, y no sería precisamente a Marcelo Ebrard.