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De la paz social que vivimos en México a la inseguridad

Por: Héctor Saldierna Martínez

Abriendo Brecha

Ante el incremento de la inseguridad que ha experimentado el país, diversas organizaciones solicitan que haya un cambio en la estrategia y que no haya tantos abrazos, sino que haya una mayor efectividad. Inclusive, entidades religiosas se pronunciaron porque haya un cambio radical, aunque días después cambiaron el discurso.

Se sabe muy bien que en la medida que haya una política represiva y de violencia, ésta tiende a incrementarse. El sexenio de Felipe Calderón fue el ejemplo más evidente cómo un país puede envolverse en llamas.

Las cifras y estadísticas en materia de inseguridad detonaron durante el sexenio de 2006 a 2012. El número de homicidios y desaparecidos se incrementó exponencialmente, cantidades jamás vistas en décadas en México.

Inclusive, desde las mismas autoridades, el ejército y la marina, se le acreditaron el mayor número de vejaciones y abusos en contra de civiles. La lucha contra el narcotráfico sólo se convirtió en un motivo para desatar todos los demonios.

Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto se mantuvo la estrategia. Las cifras siguieron creciendo. A la llegada del nuevo gobierno, se cambió la política de seguridad y se hizo a un lado la parte represiva de parte de la misma autoridad por conducto de las fuerzas armadas.

Esto no ha sido suficiente para mitigar esta grave problemática. Sí se aplicara todo el rigor el Estado, sería lo menos conveniente. Por este espacio y desde esa época hemos señalado que la violencia solo engendra violencia.

Hay un gran número de pensadores, conocedores de la seguridad y personalidades de la jerarquía del Papa que coinciden en señalar que la violencia jamás será el camino para llegar a la paz.

Mahatma Ghandi, el libertador de India, decía que aplicar la ley del talión, ojo por ojo, lo único que provocaría es que todos quedáramos tuertos. A través de su movimiento de la no violencia, logró la libertad de su país que era una colonia británica. El Papa Francisco también ha reprobado la violencia, porque eso no trae ningún beneficio.

 La violencia es como arrojar fuego al fuego, decía Buscaglia, un especialista en Seguridad.

La realidad es que los mexicanos fuimos testigos cómo se incrementó la violencia en las  ciudades y en las comunidades pequeñas. Desde entonces, México no ha conocido la paz. Eso se lo debemos en gran medida a la pésima decisión de declarar la guerra al narcotráfico.

En su momento, se sabía que tal decisión estuvo también fundamentada en la necesidad de buscar una reafirmación, luego de una elección fraudulenta. Los mexicanos también hemos vivido la triste experiencia que luego de procesos electorales que terminaron en fraude, surgieron los gobiernos más autoritarios.

En 1988, durante las elecciones en que Carlos Salinas de Gortari “ganó” los comicios ante Cuauhtémoc Cárdenas, siguió un gobierno que perjudicó en gran medida el pueblo de México. Inició un cruento período que se caracterizó por la venta del patrimonio del país y que llevó a la pobreza a niveles extremos.

Esas elecciones de 1988 se constituyeron en un fraude. Las consecuencias las seguimos sufriendo. Luego, en la elección de 2006, donde se perpetró otro fraude, debidamente documentado y reiteradamente explicado, llegó un presidente que entró por la puerta trasera del Congreso para que le entregaran la banda presidencial.

Así como entró por la parte trasera, también salió por ese mismo conducto, bajo el repudio popular en ese momento.

Las consecuencias de ese sexenio lo seguimos sufriendo. El autor de esas masacres que propiciaron las fuerzas armadas es un capítulo que todavía no se cierra. Y lo que es peor, se exhibe sin pudor y con todo el cinismo ante medios de comunicación y redes sociales.

La situación de seguridad no es nada sencilla. Tal vez tendrán que pasar muchos años para que México vuelva a recuperar la paz social que tantos años la tuvimos. Por lo menos desde 1930 hasta el año 2000 México vivió en paz social.

Con todas las críticas que pudiese concitar el PRI, fue una organización que durante muchas décadas otorgó tranquilidad social al pueblo de México. Al igual que una serie de conquista sociales.

Todo cambió, sin embargo, cuando llegaron los tecnócratas y la aplicación del modelo neoliberal que convirtió a México en un país que perdió el rumbo. La pobreza se incrementó, los cárteles de la droga empezaron a proliferar e hicieron nexos de connivencia con la autoridad.

Pasó como con una almohada que la cortas y tiras su contenido. ¿Cómo hacerle para volver a recuperar ese contenido?.

El tema no es tan sencillo como parece.

Y hasta la próxima