Las «corcholatas» en Veracruz

Por Alfredo Bielma Villanueva

CAMALEÓN

Mientras en el PRI deshojan las margaritas sobre qué hacer con su problemático y muy vulnerable presidente nacional, en MORENA se avanza con paso firme y muy seguro en su estrategia político-electoral para posicionar en el imaginario colectivo a sus posibles candidatos a la presidencia de la república en 2024. No quiere su Gran Tlatoani arriesgarse a las angustias de la improvisación y prefiere adelantar “los tiempos del señor”, según los define con críptico y bíblico lenguaje el Secretario de Gobernación. AMLO tiene bien definidos sus tiempos, es basta su experiencia en materia electoral y de partidos políticos, y como presidente puede otear un panorama bastante amplio del escenario nacional; obviamente, Veracruz no escapa a su atención por variadas razones, la de ser una rica reserva de votos, entre ellas. Hace casi un año, el repertorio de aspirantes a gobernar Veracruz se componía de la dupla integrada por Rocío Nahle y Ricardo Ahued, cuando de pronto irrumpió en escena el diputado Sergio Gutiérrez, hasta entonces poco o nada conocido en la entidad porque su actividad política la realizó fuera de Veracruz. En un principio, pese a ser veracruzano parecía muy forzada su incursión en estas tierras ¿quién es ese diputado y qué propósitos lo animan? se preguntaba la comentocracia local. Pronto logró posesionarse Gutiérrez, mostrando destreza en el manejo de su metodología para alcanzar ese objetivo y ya forma parte del argot especulativo referente a la sucesión gubernamental veracruzana. En su momento, en este espacio comentamos sobre la molestia que en círculos del gobierno local provocó esa inusitada aparición en el escenario de esta aldea, pues siendo gobierno a nadie gusta un prematuro zopiloteo. Sin embargo, quien decidirá sobre la sucesión veracruzana en MORENA requiere de “encartarse” para no correr el innecesario riesgo de alguna “mula ahorcada” y prefiere multiplicar sus opciones: Rocío, Ahued, Sergio y las propuestas locales de una caballada aún famélica. Por esto último, en virtud de la conocida afición del “destapador” hacia las añoradas formas ejecutadas en los años setenta, no sería poco probable la inclinación a volver a expresar la tronante frase de López Portillo, cuando para reafirmar su privilegio de ser la voluntad determinante aludiera al “localismo empobrecedor”. Pero solo son escarceos porque, independientemente de lo anterior las circunstancias también participan, entre ellas lo que vaya a ocurrir en torno a Dos Bocas, un factor que pudiera alterar sustantivamente el orden de los aspirantes a gobernar Veracruz.