CAMALEÓN
El domingo próximo, volverá a cambiar la geografía política de México después que el voto libre y directo de los ciudadanos de Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas decida qué partido político los gobernará durante los seis años siguientes. De acuerdo a las probabilidades estimadas por los observadores y analistas políticos MORENA parece tener aseguradas tres entidades: Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo, está en veremos Tamaulipas, porque en Aguascalientes y Durango los momios favorecen a los opositores de Morena. Destacan los casos de Hidalgo y Oaxaca, pues allí gobiernan dos de militancia priista con sugestiva tendencia entreguista, así parece en Hidalgo, en donde el gobernador hizo berrinche porque su partido no le concedió la oportunidad de nombrar candidato en vista de sus estrechas ligas con el gobierno federal. En Oaxaca, sucede algo similar pues Alejandro Murat no garantiza lealtad a su partido. Sin embargo, al margen de ese supuesto, Oaxaca es una de las entidades visitadas y recorridas palmo a palmo por el actual presidente de México desde su condición de aspirante sempiterno a la presidencia y ahora en el poder; además “los conservadores” participan sin visos de competir cada cual por su lado, pues PRI, PAN y Movimiento Ciudadano presentan candidaturas propias y en esa tesitura le acomodan fácil triunfo a MORENA. Igual ocurre en Quintana Roo, donde la “oposición” va fraccionada sin mostrar fuerza competitiva alguna. Salvo una sorpresa de magnitud estratosférica, MORENA no conseguirá los gobiernos de Durango y Aguascalientes. Las especulaciones mayores giran en torno a Tamaulipas, donde sobre el gobernador panista pende como espada de Damocles la resolución de la Suprema Corte respecto de su desafuero y obviamente le disminuye capacidad operativa a favor de su partido, ya no falta mucho para saber si logró descarrilar a Villareal, de MORENA o lo defenestran del cargo. Actualmente, el partido en el gobierno federal ya preside la gobernanza en 17 entidades federativas, lo cual es un gran salto político-electoral pues en solo 8 años logra transformar el diagrama político federal. Estas elecciones darán pauta para 2024, seguramente así será, aunque lo mismo se dirá en 2023 cuando se ponga en juego la joya de la corona electoral, el más grande acerbo de votos en el país: el Estado de México, ante este escenario ¿podría la oposición revertir la asimetría política actual? Actualmente las variables no favorecen esa posibilidad, aunque para un diagnóstico más completo debemos aguardar el desarrollo de los acontecimientos en cuanto a los movimientos de la oposición y el grado de eficiencia gubernamental en su tarea de demoler el régimen actual para instaurar su proyecto.