CAMALEÓN
Hábil como pocos para mover a su conveniencia el subconsciente colectivo, en su reciente visita a la entidad el presidente López Obrador introdujo uno más de sus distractores, en esta ocasión comparando al gobernador Cuitláhuac García con el expresidente Adolfo Ruiz Cortines. En beneficio de la duda, debemos entender que la referencia ha sido a propósito de la forma austera de vivir de don Adolfo y la honestidad que López Obrador atribuye a Cuitláhuac García, lo cual debe aceptarse mientras no se demuestre lo contrario. Sobre el expresidente ya conocemos el balance de su gobierno, es positivo en términos generales; respecto a Cuitláhuac aún no se realiza la evaluación y el balance de su gestión, aunque es conveniente oprima el acelerador y más enjundia para obtener calificación aprobatoria, porque el tiempo comienza a ser factor y ya transita en la segunda mitad sexenal en la que debiéramos estar observando los frutos de su gobierno. Pero ¿por qué acudió el presidente a tan asimétrica comparación? Sin duda, López Obrador conoce de las virtudes del ruiscortinismo, y para nadie del ámbito político mexicano son desconocidas las anécdotas plenas de ingenio del expresidente, y sin lugar a dudas del contraste de su conducta como gobernante respecto de sus homólogos; algo advierte AMLO en Cuitláhuac para otorgarle tan digno rango comparativo, bueno será para Veracruz y para los veracruzanos que podamos ser partícipes de esa visión oculta, que, por cierto, obliga al gobernador ponerse a la altura de ese reconocimiento.