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Estancamiento inflacionario: estanflación

Por Rafael Arias Hernández.

Mutatis mutandis

Por Rafael Arias Hernández.

No más rollos del desarrollo, ni paquetitos y canastitas sin fondo. La situación empeora para millones y millones de mexicanos, mientras el entretenimiento y la distracción siguen presentes y vigentes.

Increíble pero cierto.

Increíble, porque con frecuencia, dedicamos buen tiempo a hablar sobre el tema de la inflación, como un problema inevitable y hasta normal, de origen desconocido y que, con suerte y paciencia, se resolverá en unos años.    

Así. Se dijo y aseguró, que tanto el aumento de precios, como el poco o nulo crecimiento económico, eran temporales y pasajeros, y hasta de poca importancia y trascendencia, porque íbamos bien y venia lo mejor.

De ahí que se hizo poco o nada, para reducir y eliminar la presión inflacionaria, estimada en más del 8% anual; y menos para reestructurar, impulsar y fortalecer la economía, cercana al 1% de crecimiento anual.

El resultado ahí está, lo insignificante y temporal, se convirtió en importante y permanente; esto es, la falta de crecimiento en normal y la inflación creciente que, acumulada cuando menos en los últimos cinco años, sobre pasa el 23%.

En la vida cotidiana, evidencias y consecuencias económicas y sociales se hacen presentes. Resaltando que poco o nada hacen los gobiernos para evitar y combatir la inflación y sus efectos; salvo excepciones, siguen sin enfrentarla, reducirla y eliminarla.

Y todo mundo se pregunta, ¿por qué?

Los hechos muestran y demuestran, que en México y otros países, están atrapados en, el empobrecimiento generalizado que causa el padecido aumento de precios; la reducción o la nula capacidad de respuesta gubernamental; y las concurrentes afectaciones, que reducen o limitan, posponen o cancelan, la urgente y necesaria reactivación económica.  

Y también se muestra y demuestra, que no hay política económica gubernamental suficiente y pertinente. Estamos y seguimos a la buena de Dios y bajo el dominio, control y aprovechamiento, de quienes dominan y controlan, se aprovechan y benefician de los múltiples mercados, de bienes y servicios, así como de las innumerables oportunidades que ocasionan.

Es más, en demasiadas ocasiones, los diversos ámbitos de gobierno simplemente hacen como que hacen, repiten mensajes y buenos deseos, pero no entienden ni atienden, bien y a tiempo, los problemas económicos. Aspecto por demás importante y determinante, de las condiciones de vida de todos; en particular, de las mayorías que obtienen los más bajos niveles de ingresos o, simplemente sobreviven sin ellos. Ahora, hay quienes estiman, que casi 52 millones de mexicanos viven en pobreza laboral, que no les permite adquirir la canasta básica.

Con base en la conocida encuesta de ocupación y empleo del INEGI, en solo tres años, quienes obtienen hasta dos salarios mínimos, han pasado de casi 24 millones de personas, más de 33 millones, reduciéndose considerablemente, los que ganan hasta tres o más salarios a más de 10 millones. Esto da una idea del tamaño del empobrecimiento, “apenas 8 de cada 100 trabajadores en México gana más de 12,690 pesos” (Expansión.181121)

Urgen fuentes de trabajo, ingresos, salarios, prestaciones. La economía real debe crecer con más empresas y empleos, para atender todos los aspectos y necesidades sociales; incluso, para atender becas, subsidios y apoyos gubernamentales.

¿LOS POLÍTICOS PIENSAN?

Sí, desde luego. Negarles esa facultad, puede resultar peor, que creerles cuando mienten.

Así como solaparlos y sostenerlos, puede ocasionar cuantiosas pérdidas y retrocesos, cuando a todas luces, con frecuencia, su forma de pensar y actuar, sus ideas y actitudes resultan y son probada y comprobadamente, medios y principios, modos y procedimientos equivocados o anticuados, improcedentes o negativos, contraproducentes y dañinos.

Así, no es nada fácil saber que piensan los que tienen el privilegio y la responsabilidad, de entender y atender antes que todo, bien y a tiempo, tanto sus deberes y obligaciones como servidores públicos, como los intereses sociales, la seguridad de la población, el impulso y fomento al desarrollo, y el bienestar público.

Difícil porque muchos de ellos, usan la mentira, el engaño y hasta el autoengaño como instrumentos y formas de evadir la realidad; se acostumbran a minimizar, distorsionar o negar problemas y conflictos; e incluso, de plano, se caracterizan por evadir el cumplimiento de sus deberes y obligaciones como servidores públicos.

Hoy por hoy es notorio y molesto, el hecho cotidiano de comprobar la incapacidad y negligencia, ocasionadas y estimuladas, por falta de conocimiento y entendimiento de situaciones y problemas que se deben y tienen que atender y enfrentar, bien y a tiempo, así como los alcances y efectos que su presencia ocasionan.

Asimismo, también es preocupante que con frecuencia se comprueben ocultamiento o negación, minimización o distorsión, distracción y manipulación, de diagnósticos y programas, políticas y presupuestos que afectan disposiciones y alcances de instituciones y dependencias gubernamentales, que simplemente no logran ni entregan buenos resultados.

Renovar, actualizar y hacer efectiva toda decisión política gubernamental y social, debe empezar por la elaboración, presentación y difusión de un diagnóstico de la realidad que se propone afectar y transformar; diagnóstico integral, consistente, actualizado y sustentado.

Necesarias su comprensión y aplicación, así como su permanente comprobación y actualización.

Las viejas ideas y certezas tienen que confrontarse y aplicarse en nuevos tiempos y otros espacios. Imprescindible reconocer y evitar, presencia y alcances de la ignorancia, la simulación y la manipulación.

Para asegurar certeza, objetividad y efectividad debemos ser más exigentes con el análisis y la reflexión, así como más precisos y efectivos en el conocimiento que se pretende poner en práctica.

¿Qué vamos a hacer respecto a los 212 casos municipales de presuntos responsables, prófugos potenciales o cínicos culpables? ¿Todos tienen calificación aprobatoria? ¿En todos los casos, no paso nada malo, reprobable o castigable?

¿Por qué los que reciben no encuentran nada malo o cuestionable?

¿Quiénes deben exigir, para reconocer y estimular, o para denunciar y castigar? ¿Qué todo es perfecto?

Mucho por decir y hacer con los que ya, desde ahora, también son culpables porque han decidido ser cómplices.

-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH