Aparte de servir como elemento para desviar la atención del mexicano promedio respecto al duro trance por no haber sacado adelante las reformas a la Ley sobre energía eléctrica, el Litio es un metal ligero de importancia estratégica en la realidad tecnológica y económica de nuestros tiempos, no todos los países lo poseen y en algunos, como México, solo podemos hacer cálculos sobre las posibles reservas que pudiéramos extraer del subsuelo. Pero antes de entrar en detalles debemos dejar por sentado que el constituyente de 1917 legisló en materia de minería para reservar el dominio de la nación sobre los productos del subsuelo; de tal manera que la llamada “nacionalización” del litio resulta una redundancia políticamente útil por el número de mexicanos convencidos de las bondades de la reforma a la Ley minera. Es decir, según la legislación previa a esta tan celebrada reforma, basta con que el gobierno no extienda los permisos de explotación de litio a extranjeros para estar a tono con lo establecido en el 27 constitucional desde 1917. Pero, ¿cuánto tenemos de litio para saber si su explotación es rentable? Lamentablemente solo se tienen cálculos, pero aún está por saber su rentabilidad, porque se encuentra en sedimentos de arcilla y no en salmuera como en otros países. El ingeniero Armando Alatorre, presidente del Colegio de Ingenieros de Minas, Metalurgistas y Geólogos de México, explica: “este tipo de yacimientos no han sido explotados comercialmente en el mundo, pues aún está en estudio su posible método de extracción… las reservas que se explotan comercialmente son las que se extraen de rocas duras, y las que se obtienen evaporando agua en los sedimentos de sal, conocidos como salmueras… La exploración para saber dónde están específicamente los recursos, puede llevar entre 10 y 15 años, por lo que la empresa de litio va a ser un proyecto transexenal y no veríamos producción en esta administración”. Podemos abrevar de la experiencia de Bolivia, el país con mayores reservas de litio en el mundo, (el Servicio Geológico de Estados Unidos lo calcula en 21 millones de toneladas métricas de litio). Con Evo Morales en la presidencia, se nacionalizo el litio en 2008, con la idea de preservarlo bajo el dominio de la nación; se fundó la Empresa Pública Nacional Estratégica de Yacimientos de Litio Bolivianos, pero a la fecha, pese a su enorme reserva, Bolivia no compite aun mundialmente por falta de capital e incapacidad tecnológica para impulsar la industria. Ante esa realidad, en 2018 (10 años después de la nacionalización) el presidente Morales, convencido de la necesidad de capital abrió la puerta a inversión privada en el proyecto del litio, condicionando que la administración y explotación corrieran mayoritariamente a cargo del gobierno. Así, en 2018 el gobierno de Evo Morales firmó acuerdos de inversión con la empresa alemana ACI Systems. De esa manera, Bolivia está a punto de convertirse en exportador de materia prima y productos a base de Litio, después de 14 años de haber nacionalizado su explotación y cuatro de haber abierto los ojos a la realidad imperante en la economía globalizadora de nuestros tiempos, según la cual, la tecnología y la inversión determinan muchas decisiones políticas. Largo camino el de Bolivia, y en México aún estamos en el anuncio de la creación de una empresa nacional que se encargará de investigar a cuánto ascienden nuestras reservas del Litio, presupuestar el recurso para su funcionamiento y después, no sabemos cuánto tiempo, si será rentable su explotación. Así, pues el festejo y los aplausos deben esperar un poco más.
El Litio es de los mexicanos desde 1917
Por Alfredo Bielma Villanueva