Es interesante el caudal de acontecimientos vertidos a la realidad mexicana por la dinámica de la interrelación entre un gobierno con pretensiones reformistas y una oposición política cuya brújula funcionó deficientemente durante los primeros tres años de este periodo sexenal y al parecer ya encontró la fórmula para encaminar sus pasos y acciones por senderos más convenientes a su causa. Así parece por el resultado de su estrategia aliancista al conseguir un mayor número de legisladores federales en 2021, y por la sólida oposición para dejar en la antesala la reforma en materia de energía eléctrica. Por este hecho ¿debemos suponer una pérdida de sustento electoral al gobierno de López obrador? Así concebirlo Sería una conjetura errónea porque existe una enorme diferencia entre una votación el en Congreso legislativo federal y una elección popular, nada que ver entre una y otra. Sin embargo, el episodio legislativo recientemente observado refleja la reactivación de la fuerza partidista opositora y, sobre todo, la sinergia en la que habrán de seguir actuando, en la unificación de esfuerzos con los factores reales de poder: empresarios, Iglesia, grupos de poder, sectores de la producción y, porque no decirlo, la injerencia de intereses extranjeros. Puede ser visión errónea, ojalá sea así, pero en el escenario nacional hay ya señales claras de un gobierno que radicalizará su retórica y fuerzas en contrario cada vez más resueltas a impedir su avance. Lamentablemente, eso configura un contexto en el cual los árboles impiden ver al bosque, ese universo donde pululan las asignaturas de solución pendiente: desabasto de medicinas, Sector Salud sin horizonte claro, inseguridad en desmesurado crecimiento, desigualdad social, inflación, pobreza extrema, etcétera, etcétera. He allí la cuestión
Factores reales de poder y la oposición política
Por Alfredo Bielma Villanueva