Prosa aprisa
Arturo Reyes Isidoro
Ayer fue la última vez que el nombre de Andrés Manuel López Obrador apareció en una boleta electoral. Ya no lo estará en las de 2024. Aun cuando constitucionalmente le restan 29 meses para que concluya su mandato, en los hechos, porque él mismo fijó el término, solo le quedan 20 meses de poder político, hasta diciembre de 2023.
El 8 de septiembre del año pasado, durante una gira de trabajo por La Laguna, en Durango urgió a terminar todas las obras del gobierno federal en 2023. Dijo que no pensaba reelegirse. “Además ya no tengo más tiempo, en diciembre del 23 va a estar el país bastante caliente políticamente hablando, ya van a estar los candidatos para el 24, ya no podemos pensar en el 24, tenemos que terminar en el 23”.
La consulta de ayer fue un buen termómetro para tener una idea clara, hasta donde es posible, y actualizada, pero también anticipatoria de lo que cabría esperar, de cuál es la situación real de la fuerza del presidente ante el electorado, aparte de su popularidad alimentada en mucho por el dinero que reparte a través de los programas sociales de Bienestar.
Como se anticipó, los que acudieron a votar se decantaron porque siga en la presidencia, lo que nunca nadie cuestionó; el proceso y el ejercicio de la consulta como quiera que sea marcó un hecho histórico, pero como se esperaba resultó un fracaso ante la ausencia mayoritaria de los mexicanos en las urnas y el bajo porcentaje para que resultara vinculante, esto es, para que tuviera validez.
Aparte de las secuelas, que rápido pasarán o se apagarán porque este mismo lunes inicia en la Cámara de Diputados el intento de que se apruebe la Reforma Eléctrica, lo que acaparará todos los reflectores y la atención, para los morenistas en el poder, en gubernaturas, alcaldías, senadurías y diputaciones se inicia la etapa de sobrevivencia, de sálvese quién pueda, porque pronto se quedarán huérfanos sin la sombra de su amado líder y mesías político.
Prácticamente todos los que ahora están en el poder, al menos en el caso de Veracruz, saben muy bien –y sería grave para ellos que se les olvidara– que sin el efecto López Obrador jamás hubieran llegado a los cargos que tienen o han tenido, porque méritos políticos no poseían ninguno, ni poseen, acaso con una que otra excepción. El tiempo, ya no tardando mucho, el declive hasta el retiro de AMLO, dejará listo el escenario para saber y ver quién es quién, quién sobrevivirá y podrá nadar solo, porque tiene valor por sí mismo, porque aprendió o por su trabajo y sus resultados.
Se entrará de lleno al proceso sucesorio
Con la jornada de ayer concluyó un ciclo político en la vida del país e inició la que se puede considerar la última etapa del gobierno obradorista, que estará dominada por el proceso sucesorio, que eso es lo que verdaderamente les interesa no solo a los morenos sino también a la oposición.
No se ve cómo alguien va a parar a los futuristas, además porque todos saben que no hay tiempo que perder y que camarón que se duerme se lo lleva la corriente, y así, mientras funcionarios del gobierno del estado van a intensificar su trabajo y su cabildeo para tratar de sobrevivir en el próximo sexenio, aspirantes a diputados, senadores y gobernador también van a meter el acelerador para irse posicionando ante el electorado e ir construyendo sus candidaturas.
En esta última etapa habrá muchas sorpresas por cuanto, sabiendo que ya el actual gobierno no da para más ni puede ofrecer ninguna seguridad de sobrevivencia a sus integrantes, muchos, la mayoría o todos buscarán, o, más bien dicho, buscan vida propia ajenos al sello del cuitlahuismo y va a llegar el momento en que se van a abrir públicamente y van a mostrar su simpatía por alguno de los aspirantes a la gubernatura, porque para nada ven bien a la zacatecana Rocío Nahle ni se le van a sumar ni la van a apoyar.
Adentro del gobierno simpatizan con Sergio
Por ejemplo, la noche en que se anunció la renuncia de Xóchitl Arbesú Lago a la Secretaría de Turismo (que la corrieron), dialogaba yo con un operador y hombre cercano al diputado federal Sergio Gutiérrez Luna. Cuando me llegó la noticia y se la comenté, me preguntó si sabía la causa. Le respondí que una de las versiones que se manejaba era que porque sospechaban de ella o la señalaban de estar simpatizando con su paisano de Minatitlán. “Entonces van a tener que cesar a medio gabinete”, me dijo con toda seguridad.
Su respuesta así fue porque buena parte de los funcionarios de la actual administración no solo simpatizan con Gutiérrez Luna sino porque, hasta donde el columnista sabe, en algunos casos, muy en corto lo ha escuchado directamente de ellos, muy pero muy bajo el agua se entienden con él y como pueden lo están apoyando, y lo prefieren y se la van a jugar con él. Pero lo mismo pasa con diputados locales de Morena que van a aplicar aquello de que, de que lloren en mi casa que lloren en la ajena, y se van a brincar al barco gutierrizta. Buscan su sobrevivencia y ya se han puesto el salvavidas con el que creen que van a flotar bien y no se van a ahogar.
Casi nadie cree, al menos eso entiendo por lo que platico con algunos de ellos; casi nadie cree que Rocío Nahle va a ser la candidata, pero también que si llegara a serlo no va a ganar la elección, y menos que le va a cumplir a Cuitláhuac García Jiménez con la cuota de puestos y cargos que le ha ofrecido a cambio de su apoyo, ofrecimiento que es el salvoconducto por el cual se mantiene en su cargo Eric Cisneros.
La versión que se maneja adentro es que la zacatecana originalmente le ofreció a Cuitláhuac 600 posiciones en su gobierno, si gana, aunque después le bajó la cuota a 200, el gobernador está creído que así será y por eso no remueve de su cargo a Cisneros para evitar el enojo de la señora y que lo deje sin nada.
Quienes conocen de política saben muy bien que por una práctica y una regla política no escrita, el gobernador saliente tiene derecho a una sola posición de cortesía, que puede ser un cargo en el nuevo gobierno o la candidatura a una diputación, y nada más, aunque excepcionalmente pueden llegar a dos. Pero en el palacio de gobierno o cercanos al palacio de gobierno están haciendo cuentas alegres y ya hasta repartiéndose cargos, cuando muchos no van a sobrevivir políticamente.
Por cuanto a participación, la consulta, un fracaso
No fue ninguna novedad el resultado, ya se había anticipado. La mayoría de quienes participaron votaron a favor de que López Obrador siga, pero la inmensa mayoría de la lista nominal del padrón electoral, de 92 millones 805 mil 424 ciudadanos, hombres y mujeres, no participó.
Pero de la cifra de participación que se oficialice, será mucho menor si se toma en cuenta que muchos votaron bajo presión o amenazas y que otros fueron acarreados, manipulados, con la promesa de ayudas económicas o en especie, lo que deja una idea de que el presidente ya no las tiene todas consigo y que sin él en 2024 su partido ya no arrasará de nuevo. Al final, la consulta no resultó vinculante, es decir, no tiene ninguna validez.
No obstante, el columnista tiene información de que sin acarreados y sin hacer ruido, quienes motivaron participación y empujaron voto a favor de AMLO fueron el delegado de Bienestar Manuel Huerta, este sobre todo en la huasteca (tiene muy buenas fotos que seguramente le presumirá al presidente), y el diputado presidente de la Jucopo del Congreso local, Juan Javier Gómez Cazarín, adoptando una posición neutral entre los morenistas, uniendo, bajando a las bases y convenciendo.
El PRI les agua la fiesta
En medio de la euforia por el pobre resultado de participación, ayer desde mucho antes de que se cerraran las casillas, el PRI le aguó la fiesta al presidente al confirmar su voto en contra de la Reforma Eléctrica, la madre de sus reformas, lo que verdaderamente le interesa.
El Consejo Político Nacional del tricolor respaldó a su bancada en el Congreso de la Unión, por lo que “mandató a las y los legisladores federales de este instituto político a votar en contra de la Reforma Eléctrica enviada por el gobierno”.
En su mensaje, Alejandro Moreno, presidente del Comité Ejecutivo Nacional, manifestó que “el actual es un momento histórico, y el partido no va a acompañar ninguna reforma regresiva para el país”. Puntualizó que es una postura en la que los priistas van juntos. “No hay divisiones en
la bancada”, y que “los verdaderos priistas ni se doblan, ni se someten, ni se entregan”.
Si la postura tricolor se sostiene y se reconfirma, el presidente sufrirá el más duro revés de su sexenio y ya no se repondrá en lo que le resta en el gobierno.
Lector, me ausentaré por unos días. Nos encontraremos en este mismo espacio el lunes 18.