CAMALEÓN
En los tiempos que corren es usual que en cada arranque de gobierno se fije un periodo de cien días para enfatizar que será efectivo el cumplimiento de lo ofrecido en campaña. Se entiende que las propuestas formuladas en el periodo de proselitismo electoral son producto de un concienzudo análisis y se está procediendo a plasmarlos en proyectos y programas a desarrollar una vez llegados al gobierno; no hacerlo así sería incurrir en un desaforado diseño de ocurrencias cuyo final será el fracaso. De allí que cuando el actual presidente ofrecía en campaña regresar al ejército a sus cuarteles, terminar con la inseguridad que asola al país, dejar a los mexicanos un sector salud equiparable al de los Países Bajos y crecer económicamente a un ritmo anual del 4%, se levantaran amplias expectativas entre una ciudadanía que, enojada con el estado de cosas a su alrededor, cansada de la arrogancia política y la enorme huella de corrupción que el gobierno de Peña Nieto dejaba a su paso, confió en las propuestas de López Obrador y lo favoreció ampliamente con su voto y confianza. Pero han transcurrido ya tres años del periodo presidencial y ninguna de las referidas propuestas tiene visos de ser alcanzada, obviamente esto aún no concluye para establecer un balance y una evaluación definitivas, sin embargo, la experiencia histórica demuestra que cuando el tiempo comienza a ser un factor de peso, para el gobernante se le complica la ecuación gubernativa, entre otras razones porque va perdiendo poder y los problemas se acumulan. ¿Podrá el presidente López Obrador cumplir sus promesas de campaña? Ojalá lo alcance, pues nadie en su sano juicio en México querrá lo contrario, porque para la enorme masa de la población mexicana eso es lo más importante, no está pensando en la reforma electoral, ni en la reforma en materia eléctrica, ni en el proceso electoral de 2024, ni en cuánto gana un periodista, sino en la enorme carestía de insumos básicos, la falta de empleos y el menoscabo de los servicios de salud. Esa es la cuestión.