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Consagración de Rusia y ucrania al inmaculado corazón de maría.

Por Pbro. José Manuel Suazo Reyes

El pasado 25 de marzo de 2022, el Papa Francisco consagró a Rusia y a
Ucrania al Corazón inmaculado de la virgen María. Los obispos de todo el
mundo junto con sus diócesis, también se unieron a este acto de consagración.
Fueron los obispos ucranianos quienes en una carta solicitaron al Papa
Francisco que hiciera esta dedicación como lo solicitó la Santísima Virgen
María en una de sus apariciones en Fátima el 13 de julio de 1917.

Después de las apariciones de Fátima, se han tenido diferentes actos de
consagración al corazón inmaculado de María: El Papa Pio XII, el 31 de
octubre de 1942 consagró el mundo entero y el 7 de julio de 1952, consagró
también a los pueblos de Rusia. El 21 de noviembre de 1964, el Papa Pablo VI
renovó la consagración de Rusia al corazón inmaculado de María.

También el Papa Juan Pablo II compuso una oración que llamó un “Acto de
encomienda” donde consagró a toda la familia humana a la virgen el 7 de junio
de 1981. El mismo acto fue repetido en Fátima el 13 de mayo de 1982 y el 25
de marzo de 1984, en la Plaza de San Pedro confió a todos los pueblos al
corazón inmaculado de María.

Este 25 de marzo de 2022, el sucesor de Pedro, llevó a cabo la oración de
consagración de Rusia y de Ucrania para pedir por el cese de la guerra entre
esas dos naciones y para orar también por la paz del mundo. Resaltamos
algunas expresiones llenas de fe y de confianza que el Papa Francisco dijo
frente a la imagen de la virgen de Fátima:

“En esta hora de tribulación, recurrimos a tí… Madre de misericordia, tu
presencia nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe
de la paz. ¡Hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las
tragedias del siglo pasado, estamos traicionando los sueños de paz de los
pueblos y las esperanzas de los jóvenes!

¡Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la
agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos
custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común! ¡Hemos destrozado con
la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de
nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas!

En el misterio de la iniquidad del mal y de la guerra, tú, Madre Santa, nos
recuerdas que Dios no nos abandona, sino que continúa mirándonos con amor,
deseoso de perdonarnos y levantarnos de nuevo. Es Él quien te ha entregado a
nosotros y ha puesto en tu Corazón inmaculado un refugio para la Iglesia y
para la humanidad. Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu
Corazón. En esta hora oscura, ven a socorrernos y consolarnos.

¡No nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra! ¡Inspira proyectos y
caminos de reconciliación! ¡Vuelve a traer la armonía de Dios al mundo!
Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar. Líbranos de la
guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear.

Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las
bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar
sus hogares y su país. Santa Madre de Dios, mientras estabas al pie de la cruz,
Jesús, te dijo: «Ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26), y así nos encomendó a ti. En
esta hora la humanidad, agotada y abrumada, está contigo al pie de la cruz. Y
necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo a través de ti.

El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, recurren a ti, mientras tu Corazón palpita
por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la guerra, el hambre,
las injusticias y la miseria. Por eso, solemnemente encomendamos y
consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la
humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania.

Acoge este acto nuestro, haz que cese la guerra, provee al mundo de paz. A ti,
pues, te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y
las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo.
Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce
latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas. Tú que has recorrido
nuestros caminos, guíanos por sendas de paz. Amén”.

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Director Oficina Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa