POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA
Por estas fechas hace un año, escribí el articulo: “8 de marzo 2021: ¿Quién nos robó el feminismo de igualdad?”[1], y en este hacia referencia al libro de CristinaHoff Summers, denominado; ¿Who Stole Feminism?[2] (quien robó el feminismo) que escribiera en 1995, en el que la autora señala los excesos, que en la tercera década del siglo XXI , ha caído la corriente feminista extrema en el mundo, a tal grado de que en lugar de fomentar la cultura del empoderamiento en las mujeres -considerado como el fortalecimiento de habilidades y capacidades para ser autosuficiente, competitiva y colaborativa en el medio-, se ha convertido en un pretexto para la confrontación con el varón, la victimización y el abuso de la culpabilidad hacia éste, tendiendo hacia el sometimiento. Posición en la que muchas mujeres -que vivimos la lucha de causas en su momento y seguimos defendiéndola- no coincidimos.
Y en esto dejo claro, que, por ningún motivo, se niega la existencia en el mundo y en especial en nuestro país, de desigualdades entre hombres y mujeres y, sobre todo, que existan daños a la integridad física, moral y emocional de muchas -de diferentes edades y en diferentes contextos-, de la existencia ya casi común de feminicidios, de la prevalencia de la discriminación y la violencia política y de muchas otras agravantes producto del trato abusivo y dañino que ejercen sobre ellas, ciertas poblaciones (estadísticas) de varones que poseen características bien definidas (perfiles claros de agresores, violadores y opresores) que operan de acuerdo a las circunstancias sociales y culturales incluso[3].
Y digo “cierta población de varones”, porque no son todos. Y ello tiene consecuencias en la época actual, porque el feminismo radical o hegemónico continua con la visión de la generalización y asume que el patriarcado aún prevalece, pero ahora con otras características y que el dominio se da de manera diferente en los hogares.
Y es por ello, que hoy me permito mencionar otro libro que toca excelentemente el tema, el de la filósofa y socióloga, Roxana Kreimer, “El patriarcado no existe más”[4], en el que demuele los postulados de la corriente feminista radical o hegemónica, y rechaza la existencia -en base a estadísticas o rigor científico- de 3 tipos de tendencias de abuso de ese tipo de feminismo: 1) “la cultura de la violación de derechos a la contraparte”, 2) la cultura de la culpabilización hacia el género masculino, y 3) la cultura de la victimización de las mujeres”.
Por eso Kreimer, defiende su fundamentación de ahí que lo denomine feminismo científico, pues realiza una evaluación objetiva de la mayoría de las problemáticas que ocupan la atención del feminismo hegemónico y que han asumido en su discurso; y , guiada por un criterio de investigación empírica, examina si es cierto que las mujeres verdaderamente ocupan pocos cargos jerárquicos en las profesiones que prefieren, qué impacto tiene la maternidad en la economía femenina, cómo puede ser analizado el problema de la evidencia, el de las denuncias falsas y el del sexismo y las desventajas que padecen los hombres , hoy, particularmente en el tema de la paternidad y maternidad responsable, -que suena paradójico dado que hoy existe un alto porcentaje de madres cabeza de familia-, entre muchas cuestiones.
En suma, es una mirada panorámica de la agenda social y política de las mujeres y una crítica al feminismo hegemónico, por no analizar la parte de responsabilidad que tiene la mujer en los contextos problemáticos y asumir que el hombre es el único culpable en toda condición de violencia o trato desigual entre géneros o que parta intencionalmente de las instituciones sociales, gubernamentales, políticas, religiosas, etc. Y no se puede generalizar, porque hoy vemos a mujeres que -en uso de ese empoderamiento distorsionado-, violentan a hombres y también a las propias mujeres, y pretextan libertad de expresión, misma que aprovechan éstas para ofender, agredir o para realizar actos vandálicos en las calles so pretexto de “luchar por el género”, actuación que queda muy lejos a lo que verdaderamente defiende el feminismo de causas.
Feminismo hegemónico-vs.-feminismo científico de acuerdo con Kreimer. Para la autora, el primero carece de objetividad, por estar sustentado solo por la visión sesgada de una sola parte. El feminismo hegemónico comúnmente recoge la crítica o indignación de la mujer, más nunca la réplica. Y no tiene réplica porque hasta ahora poco se exhibe la posición, en el debate público, de la otra parte.
El primero carece de rigor científico, luego entonces, el querer asumir sus verdades como comunes a todas y todos, lo vuelve intolerante y lo hace responsable de cultivar el victimismo, la culpabilidad sin pruebas hacia los varones (presunción de inocencia) y de sostener principios ya superados en muchos grupos sociales de mujeres, como el que aun las vean como “todas están sometidas a los varones”. Lo que se contradice entonces con los resultados de la lucha de décadas de mujeres pioneras que gracias a ellas hoy las nuevas generaciones, gozan también de privilegios y de garantías jurídicas, sociales y políticas, de las que pueden hacer uso de ellas para defender sus derechos.
Igualmente, critica la autora, la posición centralizada de las feministas radicales, que por su discurso y agenda política reactiva hace que los temas de relevancia cardinal como la desigualdad, la pobreza de éstas en las áreas suburbanas e indígenas, el olvido de las mujeres y niñas de la guerra, las migrantes, las desempleadas, las deprimidas por condición de enfermedad física o mental, entre muchísimos temas, pasen a segundo término.
Otro elemento, que critica Kreimer es el reduccionismo sociológico, al considerar el feminismo extremo, que “no se nace con predisposición biológica y que todo se reduce a la influencia de la cultura”, lo que cae en la absurda negación y exclusión de todo fundamento científico en el tema de la sexualidad. Posición que también es totalmente reduccionista. Igualmente, el tema de la violencia -en todas sus formas- que solo se percibe como si solo las mujeres la sufrieran, cuando se observa que la violencia, especialmente la política, es un fenómeno que está dañando independientemente del sexo o género.
En suma, el tema es muy interesante -invita a la lectura-, por eso quise traerlo a comentario en esta columna. Y se puede o no coincidir en él, pero favorece a ampliar el horizonte de conocimientos sobre perspectivas modernas y objetivas, y permite así mismo, no descartar la visión de muchos grupos de mujeres que no coinciden con las posiciones extremas, que tienen voz y que también representan a las diferentes visiones y culturas del planeta y que igualmente merecen respeto.
Gracias y hasta la próxima.
[1] Invito a leer : https://cronicadelpoder.com/2021/03/08/quien-nos-robo-el-faminismo/; https://periodicoveraz.com/category/columnas__veraces/por-la-verdad-y-la-confianza/page/3/
[2] Christina Hoff Sommers (1994). Who Stole Feminism? How Women Have Betrayed Women. Simon and Schuster. ISBN 9780684801568.
[3] Suele ser inherente a sistemas de liderazgo en ciertas Iglesias como las ortodoxas griega y rusa. Diversos estudios de las ciencias sociales confirman que en México aún prevalece una cultura patriarcal en las relaciones entre mujeres y hombres, en las familias y en espacios de interacción social y política
[4] Kreimer Roxana, (2020) El patriarcado no existe más, ed. Galerna.