ADELANTE
Antes de referirme al tema del subtítulo de esta columna, aquí van los resultados del sucinto sondeo de la semana pasada, cuando pregunté a quién califican como el mejor gobernador y a quién como el peor.
Las respuestas de entrevistados vía telefónica, por whatsapp o en plática directa y saboreando aromático café coinciden con opiniones expresadas en Facebook.
Algunos se remontan hasta sexenios atrás. La más alta calificación como el mejor es para Dante Delgado. Le siguen Rafael Hernández Ochoa, Agustín Acosta Lagunes y Fernando Gutiérrez Barrios, empatados.
En tercer lugar, también empatados, Rafael Murillo Vidal, Fidel Herrera Beltrán y Miguel Ángel Yunes Linares. Por último mencionan a Patricio Chirinos, Miguel Alemán Velazco y Javier Duarte de Ochoa.
El deshonroso título de peor gobernador se lo adjudican a Cuitláhuac García Jiménez tanto en el sondeo directo como en Facebook.
Como mero dato curioso, los veracruzanos menores de 50 años ni siquiera han de recordar cómo fue el cuatrienio de Dante Delgado.
Ahora vayamos a la sucesión gubernamental aunque quizá la consideren lejana.
La Constitución establece en su artículo 43 que para ser gobernador del estado se requiere ser veracruzano en pleno ejercicio de sus derechos.
Esto significaría que la secretaria de Energía, Rocío Nahle García, y el presidente municipal de Xalapa, Ricardo Ahued, ambos de MORENA, se hallarían impedidos para relevar a Cuitláhuac García en 2024.
No nacieron en el estado de Veracruz. Ella es de Zacatecas y él de Hidalgo, aunque aquí es más conocido y popular que los mismísimos chiles xalapeños.
Aún es tiempo de que los legisladores locales se apuren y reformen la Constitución, con dedicatoria especial para Rocío o Ricardo. De lo contrario serán rebasados por la izquierda por el activo presidente de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, Sergio Gutiérrez Luna.
Hace muchos años dijeron, sin comprobárselo, que Patricio Chirinos era oriundo del San Luis Potosí. Y fue gobernador de Veracruz en tiempos de Salinas de Gortari. Acaso podrían dispensar este requisito a Rocío o Ahued.
Y a otra tema:
Jueves 3 de marzo. Suena la alarma sísmica en la Ciudad de México. Personal de Protección Civil saca al presidente Andrés Manuel López Obrador y se ordena de manera imperativa a los reporteros que cubren la conferencia mañanera que se queden sentados. No importa si por el temblor los apachurra el techo o les caen en la cabeza escombros del añoso Palacio Nacional.