Ruizcortinadas 222
En una ocasión llegaron al rancho de Gilberto Martínez Guiot, más conocido como el “Colorao”, por el color que tenía su pelo en su época de juventud. Unos malandros le dijeron a uno de sus trabajadores: nos vamos a llevar un borrego de esos que están pastando, porque es cumpleaños del “jefe”, el trabajador fue a decirle al “Clolorao”: Señor, afuera están unos malandros que se quieren llevar un borrego.
El “Colorao” ni se inmutó, solo le dijo: “Diles que no importa, que si quieren llevarse dos para que les alcance para su comida, los tomen sin ningún problema”.
Después que se fueron los fascinerosos, el trabajador le preguntó a Gilberto: Señor porqué permitió que se llevaran los borregos?
El “Colorao” le dijo escuetamente:
No sé de quiénes son, aquí se meten a pastar.
Esa anecdota, muestra de cuerpo completo, como era él, un hombre tranquilo, generoso, lo mismo si hubieran sido suyas se las habría regalado, no me cabe ninguna duda.
Así era nuestro amigo, ya ni iremos nunca más a sus comidas que ofrecía generosamente a sus amigos “Los Lagartos”.
Lo recuerdo con su sonrrisa franca, lo recuerdo en las cabalgatas montando su caballo favorito, lo recuerdo como llegó a la Parroquia de Coatepec, él y su hija, el dia que ella se casó, montando a caballo y vestido de charro.
Deja un hueco enorme en mi corazón, difícil de llenar, pues era un amigo, inigualable, pero solo se adelantó un poco.