Columnistas

El Nuevo Proyecto de Nación  I/2 

Por Mario Raúl Mijares Sánchez   

El Nuevo Proyecto constituye un esfuerzo sin precedentes por transformar de fondo el país, signado por el enfoque neoliberal. Sin ninguna dificultad se puede afirmar que su entronización es inédita, pues en semejante propósito convergen varios factores -tanto económicos, políticos y sociales-, que dotan de una legitimidad inusitada al proyecto, ya que sin ninguna agitación política o violencia generalizada se abandonó la forma de gobierno oligarca, presente desde el triunfo del candidato Vicente Fox. A lo largo de todo este malhadado periodo, el poder de decisión estuvo bajo el arbitrio de las manos más acaudaladas y con un gran influjo plutocrático: familias ricas de este país, pero, además, asociadas con el capital externo.   

Bastaron tres sexenios para consolidar la oligarquización del Estado Mexicano; sin embargo, el modelo económico neoliberal lo instauró Carlos Salinas de Gortari; fue él el encargado de privatizar y malbaratar más de mil doscientas empresas públicas, así como decantar su estadía en el poder para administrar única y exclusivamente en favor de la clase adinerada. Empero, será en realidad hasta la conquista del poder por medio del PAN, que los oligarcas, tanto locales como extranjeros, se afiancen de manera sustancial de las riendas del Estado, concluyendo su accionar hasta la salida de Enrique Peña Nieto.   

El comienzo del Nuevo Proyecto de Nación emergió desde las propuestas de campaña del Lic. Andrés Manuel López Obrador, dirigente del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), proyecto aglutinador de un sinfín de demandas sociales y económicas que hizo que un compendio heterogéneo de clases sociales se movilizase de cara a participar de manera activa que se vivía en aquel momento, unas veces denunciando, otras proponiendo. El punto medular que articuló las manifestaciones de inconformidad del pueblo mexicano fue la tremenda corrupción política y económica padecida a lo largo de cincuenta años de manera ininterrumpida. Asimismo, el enojo y el repudio hacia un modelo económico empobrecedor estuvieron acompañados de un apoyo incondicional bajo la pretensión de que se terminaran los fraudes electorales que se daban elección tras elección en los tres niveles de gobierno. 

     AMLO, en tanto dirigente nacional de Morena, durante su extenuante campaña por todos los rincones de México simplemente estaba leyendo la realidad del país, y sin duda fue la expresión más acabada de este Movimiento, el cual, posteriormente, ya como partido político, descubrió la importancia de aglutinar y darles voz a todas las clases sociales, pues es por todos conocido que las clases obrera y campesina estaban en graves problemas, no solo económicos sino de estar prácticamente proscritas de cualquier oportunidad de verse beneficiadas por una equitativa redistribución del ingreso, comparado con lo que había vivido algunos años atrás. 

La clase política había sido soterrada por los tecnócratas; la clase militar padeció algo similar desde inicios del sexenio de Miguel Alemán Valdés, quien impuso una fuerza armada por arriba del ejercito institucional, en donde algunos generales materialmente fueron comprados o bien enviados al extranjero. La única clase que sobresalió en este ciclo político neoliberal fue la oligarquía -segmentada en financiera, industrial, comercial y terrateniente-. Otra de las clases, que por cierto estaba dividida, fue la clase media – ilustrada una gran parte de ella -, que sin duda es la que más participó activamente para derrumbar el modelo oligarca de ese momento. Por desgracia, aunque la otra parte también es una clase media, está compuesta por analfabetas funcionales, los cuales estaban más ocupados en hacerse de bienes suntuarios. 

AMLO tras haber hecho varios intentos para lograr la presidencia en todo este periodo, e incluso una vez logrado su triunfo, aprovechó los tiempos y espacios para extractar las demandas y peticiones del pueblo mexicano, destacando en varias ocasiones que había que retomar el proyecto de nación nacido después del levantamiento armado de 1913 y plasmado en la Carta Magna de 1917. Lo más importante de todo era la necesidad de retomar la Rectoría del Estado tanto en lo político como en lo económico, social, educativo, cultural e ideológico. Con esa acción, el responsable del Poder Ejecutivo, con todas sus grandes facultades que le concede el artículo 89 de la Constitución, ya como presidente empezó a tomar decisiones bajo la premisa de abandonar lo privado o individual, y así dar paso al interés público.  

El Presidente en sus primeras tomas de decisión, ya dentro del Nuevo Proyecto, procuró abandonar la tendencia privatizadora, así como la de concesionar a particulares; el deseo de su gestión está caracterizado por recuperar y poner al servicio del pueblo el petróleo, la energía eléctrica, minas, agua, hospitales, puertos, vías férreas, playas, reclusorios y obras públicas. Al mismo tiempo, se reactivó la economía, y una vez abandonado el modelo neoliberal se abocó a realizar una inversión sin precedentes, en la que, a través de varios Programas Sociales, la pirámide social se invirtiera, y de este modo niños, jóvenes y adultos se integraran a la productividad a través del Beneficio Social, una estrategia que permitió sacar a flote la economía y consolidar un bien para todos.