Panoramas de Reflexión
“Había un hombre poderoso y rico que tenía, entre sus más preciadas joyas, un anillo muy valioso y bellísimo; y, queriendo honrar su valor y belleza, lo quiso dejar para sus descendientes. Ordenó que aquel de sus hijos que, después de su muerte, lo mereciera, lo tuviera en su poder. Sería el hijo más bueno y más noble; como consecuencia, a ese hijo tendrían que tenerle sus hermanos el mayor de los respetos. El anillo fue heredándose de generación en generación. Hasta que llego a manos de un gran hombre, quien tenía tres hijos igualmente maravillosos. Los hijos conocedores del anillo, deseaban, cada uno, ser mejor que los otros para que le tocara el anillo, cuando su padre falleciera. El padre, preocupado por no poder elegir entre sus hijos, que eran todos bondadosos, en el más profundo de los secretos, mando hacer dos anillos iguales al original, de tal manera que ni siquiera él pudiera darse cuenta de cuál era el original. A punto de morir, en secreto, el padre le dio a cada uno su anillo. Estos, después de la muerte de su padre, tras obtener la herencia y el honor, y negándoselo a los otros, en testimonio de su derecho, sacaron sus anillos; al hallarlos tan parecidos entre sí, nunca pudieron saber cuál era el original. Entonces quedó todo en suspenso y aún en suspenso está”.
La palabra religión proviene del latín “religio”. “Religio” viene del verbo “religare” o “relegere”, formado de re (de nuevo) y ligare (ligar o amarrar). Entonces “religión” significa “ligar de nuevo”. Esta palabra podría referirse a “unirse nuevamente con el Creador”. También, la partícula “re” viene del latín “res”, que significa “cosa”, de manera que quizá religión signifique igualmente “cosa ligada” o “cosa atada”, “res” aparece, por ejemplo en palabras como “republica”, que significa “cosa del pueblo”. En otras palabras, la historia anteriormente expuesta obedece a una respuesta básica a la famosa pregunta que muchos nos hemos formulado alguna vez; ¿Cuál es la religión verdadera? Pero tan sólo definir qué es religión ha sido y es motivo de controversia entre muchos especialistas. Debido al amplio espectro de usos de la palabra, resulta especialmente complejo ofrecer una definición exhaustiva de la religión o del fenómeno religioso. Sin embargo, se puede afirmar que, como hecho antropológico, engloba entre otros los siguientes elementos: tradiciones, culturas ancestrales, instituciones, escrituras, historia, mitología, fe y credos, experiencias místicas, ritos, liturgias, oraciones. La palabra “religión” en ocasiones se usa como sinónimo de “religión organizada” u “organización religiosa”, es decir, instituciones que respaldan el ejercicio de ciertas religiones, frecuentemente bajo la forma de entidades legales. Diversas ciencias humanas se han interesado por el fenómeno religioso, desde sus respectivos puntos de vista como por ejemplo la antropología, la sociología, la psicología y la historia de las religiones. Por otro lado, disciplinas como la fenomenología de la religión, estudian específicamente sus manifestaciones intentando dar con una definición exhaustiva del fenómeno, y mostrar su relación con la índole propia del ser humano. Filosóficamente, la religión puede ser un estilo de vida, un camino hacia la plenitud, una plenitud que inicia desde el mismo instante que se cobra conciencia de la misma. En un sentido más amplio, también se utiliza para referirse a una obligación de conciencia que impele al cumplimiento de un deber. Continuando con la respuesta básica a la famosa pregunta, cada religión tiene su herencia y su verdadera ley, cuyo mandamiento se ve obligada a cumplir; la verdadera religión es la que trasmite fe, que es lo que alimenta el corazón, lo que emociona, lo que llena de plenitud, lo que da fuerzas, pase lo que pase. Esa fe es de usted y nadie le puede convencer para que la tenga. Si usted no permite que entre la fe, nadie lo hará por usted. Para vivir, todos necesitamos tener un poco de fe; sin fe, no hay felicidad duradera. La fe crea confianza, da paz mental individual y libera la mente de las dudas y de las preocupaciones, de los miedos, la angustia y la ansiedad. Si tiene fe verdadera, no la podrá perder nunca. No atribuya toda la responsabilidad a Dios, también debe tener confianza en sí mismo, justamente porque somos una partícula de Dios. La verdadera religión es también la que difunde y practica el amor, la solidaridad y la caridad hacia el prójimo. Cada religión tiene una parte de la verdad y un mismo Dios, aunque tenga nombres diferentes.
Recientemente el Dalai Lama le respondió al teólogo Leonardo Boff su respuesta a la pregunta que él le planteó acerca de ¿Cuál es la mejor religión? Él contestó: “La mejor religión es la que te aproxima más a Dios, al infinito. Es aquella que te hace mejor. Lo que te hace mejor es aquello que te hace más compasivo, más sensible, más desapegado, más amoroso, más humanitario, más responsable, más ético, más caritativo. La religión que consiga hacer eso de ti es la mejor religión”. Ante tan irrefutable respuesta, el teólogo sólo pensó para sí mismo: “No me interesa amigo tu religión o si tienes o no religión, lo que realmente me importa es tu conducta delante de tu semejante, de tu familia, de tu trabajo, de tu comunidad, delante del mundo”. Considero que no es necesario, no es tan importante, profesar religión alguna, sino que nuestro comportamiento, nuestra conducta ante las necesidades de nuestros semejantes, de los demás, sea sincera, llena de honestidad, compasión, respeto, paz, amor y fraternidad. El universo es el eco de nuestras acciones y nuestros pensamientos. La vida misma de cada cual tiene un objeto, a veces indescifrable por cada cual, que influye invariablemente en sus destinos y de cada quien depende el cultivarlo favorablemente. Usted elije, usted tiene la palabra. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.
Integrante de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A. C. (REVECO).