La palabra charro se deriva de “Chauch” que en el lenguaje mozárabe designaba al diestro pastor a caballo que para realizar su labor que se caracterizaba por hacer breves composiciones líricas escritas, que interpretaba por la influencia judía y que se quedó con los habitantes de Andalucía y Salamanca en España, la influencia, primero de su atuendo llegando como derivación a Sudamérica con la palabra “Gaucho” y a México con la palabra “Charro”, así lo indica el profesor jinense Manuel Fernández Espinosa, en un principio eran atuendos cargados de adornos que se fueron reinventando a finales del siglo XIX.
En nuestro país desde el siglo XVIII utilizaban un traje que consistía en un sombrero de ala ancha, redonda llamado jarano, una chaqueta corta como la que usan los toreros llamada cotona con bordados en las orillas, camisa y fajilla a la cintura de color rojo y pantalón con pernil llamado calzonera. Tomando el atuendo como referente de algunos combatientes en la guerra de independencia los “chinacos”, inspiró a Maximiliano de Habsburgo para hacer los primeros atuendos del traje de charro, se menciona que en una forma de crear empatía con la población es que confeccionó los primeros trajes de charro, existen pinturas que así lo demuestran, otras investigaciones desacreditan dichos datos por considerarlos antinacionales.
Durante el periodo de la consumación de la revolución resurgió el traje en actividades como la charrería que hacía una identidad de las comunidades dedicadas a la cría y pastoreo de ganado, estas “artes” permiten demostrar las habilidades para arrear, jinetear, lazar y otras tantas, vestidos con sus trajes típicos.
En estado de Jalisco es donde surge la música ranchera y las agrupaciones para tocar en conjunto conocidos como mariachis, la palabra es una derivación de la palabra francesa “miriage” que significa matrimonio y hace referencia a las fiestas que se realizan para celebrar las uniones maritales, así surgieron muchos intérpretes, estilos, compositores de la llamada canción vernácula a lo largo del siglo XX.
Haciendo un recuento de los principales, podríamos mencionar a Pedro Infante Cruz quien actuó en más de 60 películas, fue un exitoso actor y destaca su faceta como cantante de música ranchera. Otro de los grandes del género lo fue Jorge Negrete, surgido de la Academia Militar pasó por la ópera, una faceta de torero y un digno representante de la música ranchera. Hemos tenido grandes figuras del género uno de los más sobresalientes lo fue sin duda José Alfredo Jiménez quien compuso su primera canción a los 14 años, con más de 300 en su haber y varios éxitos vigentes hasta ahora. Javier Solís, cuyo nombre real era Gabriel Siria, artista y cantante colaboró con Agustín Lara, pero es reconocido como uno de los indiscutibles de la música ranchera. Las mujeres han estado bien representadas en las figuras de Lola Beltrán fue “La reina de la canción ranchera”, dejó un gran legado artístico. Carlos Monsiváis la enalteció, Salvador Novo le brindó un poema para hacerlo canción, Rufino Tamayo Le hace el tema “Florecita de ejote”, Carlos Fuentes la presenta en Bellas Artes, García Márquez la elogia como muchos otros. Grande también lo fue Lucha Villa con esa inconfundible voz y gran personalidad en la pantalla grande, conocida como “la voz sensual de la canción mexicana” otros muchos cantantes de corridos y la canción ranchera destacan en el género, pero uno de los grandes contemporáneos falleció hace unos días Vicente Fernández que deja un vació en la canción ranchera que no sabemos si se logrará preservar como la conocimos durante el siglo XX y lo que va del XXI. Ese hombre de bigote azabache tupido y pelo canoso, identificado con el pueblo por emanar de la pobreza, desde los 8 años se inició como cantante, en su juventud interpretaba a los grandes en restaurantes y bares, el llegar a la Ciudad de México acompañó con su voz a mariachis destacados, ahí fincó su popularidad el que hasta hace unos días llevó el estandarte de la música vernácula de nuestro país.
Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores (REVECO).