Uncategorized

Que no ocurrirán más abusos, dice jefe policíaco

Por Arturo Reyes Isidoro

Prosa aprisa

Lector (hombre o mujer, jefe o madre de familia), denuncié en este espacio la arbitrariedad de la policía estatal con el pretexto de los retenes alcoholimetreros, en especial de los fines de semana, aunque los acosos de la policía ya venían teniendo lugar todos los días, al menos en Xalapa, de acuerdo a los testimonios que recibí.

Con razón, madres de familia me escribieron para expresarme su preocupación porque, me dijeron, sus hijos (hombres y mujeres), como a muchos jóvenes, les gusta salir los fines de semana en plan de sana diversión y me expresaron que están en verdadero estado de zozobra.

Tengo que decirlo, porque faltaría a la verdad si no lo hago, que a raíz de las columnas que publiqué sobre el tema, un jefe policíaco tuvo la atención y la delicadeza de hablar conmigo, en forma atenta y respetuosa, para expresarme que los abusos no sucederán más.

Me expresó que la instrucción es, sí, estar vigilantes ante la sospecha de algún posible delincuente, que amenace la seguridad de la población, pero nunca que abusen ni se sobrepasen de la población, “pero le aseguro que esto no sucederá más. La verdad, a veces es difícil controlar a los elementos, pero ya los jalamos, usted lo va a notar”.

Lo escribo porque llegamos al primer fin de semana luego de mis columnas de denuncia y de reacciones al tema, y porque confío en que el jefe policíaco que habló conmigo cumpla con su palabra, esto es, que le diría a todos que estén tranquilos porque me han asegurado que vigilarán que no haya más abusos.

Debo comentar que ayer el alcalde electo de Xalapa y senador con licencia, Ricardo Ahued, en una reunión organizada por la agrupación Otero Ciudadano con representativos de la capital del estado, preguntado sobre el abuso con las grúas, reconoció que “hay abusos y hay excesos” y que “es un tema muy delicado”, que en su momento llevará ante las instancias para ponerlo en conocimiento y consideración de las mesas de seguridad.

Esto es, surgió ya una autoridad que ofrece ocuparse del tema, que sería un alivio para las potenciales víctimas, porque la seriedad de Ahued no deja dudas de que velará por la seguridad de sus representados, como debieran ofrecer que lo harán el resto de los alcaldes electos, porque el problema no se circunscribe a la capital de Veracruz.

Ahued ganó la alcaldía bajo las siglas y colores de Morena, pero cuán diferente se muestra con el alcalde saliente de su partido, Hipólito Rodríguez Herrero, quien no ha dicho una sola palabra en defensa de los habitantes de la capital que han sufrido los atropellos.

Llega el fin de semana y confiemos –al menos yo confío– en que volverá la tranquilidad y la seguridad para que todos los xalapeños (y también en el resto del estado, para que todos los veracruzanos) hagan su vida normal, para que la policía siga a los ciudadanos hasta sus domicilios, pero para asegurarse que lleguen sanos y salvos y no para asaltarlos.

Sobre el alcalde Ahued y su reunión con Otero Ciudadano, agrupación cuya principal animadora es Leonor de la Miyar, me ocuparé con detalles la próxima semana, porque dijo cosas muy interesantes que vale la pena comentar (y leer) con detenimiento e interés.

Nada más quiero adelantar que con él se hace realidad el dicho de que el movimiento se demuestra andando. Fui testigo ayer de que, ante una petición ciudadana para resolver un problema de falta de alumbrado, que conlleva un problema de inseguridad, aún sin estar en el cargo ordenó resolverlo de inmediato con sus propios recursos y no se anduvo con pretextos.

AMLO se rige con los tiempos cual presidente priista

Hay cosas, sin duda, que como priista Andrés Manuel López Obrador aprendió muy bien: por ejemplo, cómo son los tiempos en política.

Como político, de hecho, AMLO se formó al lado de un respetado político priista tabasqueño, Enrique González Pedrero, quien lo hizo dirigente estatal del tricolor.

El viernes de la semana pasada, hace una semana, le salió el priista que lleva dentro: adelantó que, de hecho, su poder se terminará en diciembre de 2023, dentro de menos de dos años, porque para 2024 el tiempo será ya el de la sucesión presidencial.

En una gira por el norte del país convocó a los gobernadores de Durango, Coahuila e instancias federales a que en tres meses le presenten un proyecto integral de desarrollo para La Laguna

Los urgió a terminar en 2023 todas las obras de gobierno federal porque, dijo,  para ese año el país estará “bastante caliente políticamente hablando” ya con los candidatos listos para la sucesión presidencial.

“Soy como el paisano de ustedes, soy partidario de la no reelección y pienso igual y además admiro a Francisco I Madero, el apóstol de la democracia”.

“Además ya no tengo más tiempo, en diciembre del 23, además, va a estar el país bastante caliente políticamente hablando, ya van a estar los candidatos para el 24, ya no podemos pensar en el 24, tenemos que terminar en el 23”.

López Obrador, qué duda cabe, supo bien lo que dijo. Pero, además, dejó entrever que se va a regir por los tiempos y las prácticas priistas, fiel a la ortodoxia tricolor de que muerto el rey viva el rey, esto es, de que una vez que se destape quién será el candidato a sucederlo atraerá todos los reflectores y, por lo que expresó, está dispuesto a respetar la liturgia política que establecieron los revolucionarios institucionales.

En la práctica, los priistas, una vez que se destapaba oficialmente al candidato a presidente o gobernador, el saliente se sumía en forma voluntaria para dejar crecer ante el electorado a su futuro sustituto, para lo cual además le facilitaba todos los recursos, sin límite alguno.

Cuando el tabasqueño urge a terminar las obras federales en diciembre del 23, está pensando como un tricolor pero, además, no se está engañando; sabe que sus más fieles ahora lo abandonarán para saltarse al nuevo barco, porque así es en política y así seguirá siendo.

Esto mismo, por si no lo han pensado, tendrá efectos en la aldea local, por lo que estaríamos hablando de que, efectivos, a los cuitlahuistas solo les quedan 2022 y 2023 más noviembre y diciembre de este año, o sea dos años y dos meses, que se van a ir como agua.

López Obrador es un viejo tigre de origen tricolor y sabe muy bien jugar con los tiempos, lo que, por supuesto, los locales de Veracruz ignoran. A qué quiero ir: a que si los cuitlahuistas están pensando que tendrán juego en o para 2024, entonces es que están construyendo en el vacío.

Ellos no saben, por ejemplo, que una vez que hay candidato, lo mismo a presidente que a gobernador, el presidente (en este caso AMLO sí lo sabe muy bien y está consciente de ello) y el gobernador (Cuitláhuac de seguro está creyendo que él seguirá determinando, muy lejos de la realidad) ya no juegan ningún papel y que todos los candidatos a alcaldes, a diputados locales, a diputados federales y a senadores, los designarán los candidatos a sustituirlos. A los salientes se les hace una concesión dándoles una posición, una sola, a cargos ya sea de alcalde o de diputado local o federal, según se negocio o acuerde. No más. O sea, el 6 de junio pasado tanto el presidente como el gobernador tuvieron su última gran oportunidad de acomodar a los suyos.

En el caso del estado, también jugará en forma determinante quién será el candidato a la presidencia: si la elegida es la señora Claudia Sheinbaum, el gobierno cuitlahuista tendrá posibilidades de varias posiciones y de mantener vigencia en el escenario político, pero si resulta Marcelo Ebrard, entonces les caerá encima una onda muy fría que los mandará a la congeladora.

En esto tampoco piensan los panegiristas de Rocío Nahle, pues el candidato presidencial será determinante quién será el candidato o la candidata a la gubernatura y, que se sepa, si Marcelo resulta el “bueno”, entonces serán mayores las posibilidades para Manuel Huerta, el mismo Ricardo Ahued y para Sergio Gutiérrez, si crece.

Con el presidente López Obrador no es difícil descifrar sus señales futuristas políticas: aplica las reglas no escritas que, por lo que se ve, aprendió muy bien como priista. Por lo pronto, ya marcó un límite para la conclusión y entrega de obras federales: diciembre de 2023. El 2024 empezará a tejer ya su sustituto.