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Como profesor y abuelo: ¡Sí por las clases presenciales!

Por: Jorge E. Lara de la Fraga.

ESPACIO CIUDADANO

      “Los niños deben volver a clases, sáquenlos del debate político y mediático”. UNICEF  

Cómo preludio al presente comentario sobre un tema tan debatido y polarizado, externo cuatro interrogantes que me acosan: ¿Cómo están procediendo en el ámbito pedagógico comunidades y personas en otras latitudes del orbe, ante la presencia virulenta?; ¿Qué acontece específicamente con la educación presencial en los centros docentes de Europa; ¿Cómo se debe proceder al respecto en México, ante el advenimiento del nuevo período escolar? y también ¿Cómo operar en el país para que los padres de familia, profesores y autoridades educativas transiten en buenos términos y se labore en beneficio de los escolares?. Asimismo apunto que en un sondeo de opinión al inicio de agosto por la vía digital, ante la pregunta: ¿Están de acuerdo en que los escolares vuelvan a clases a partir del 30 de agosto?, los participantes contestaron afirmativamente en un 51%, el 25% optaron por el no, el 21% externó que los padres deben decidir y el resto 3% proyectó otras opiniones. Las razones emitidas por los ciudadanos a favor del SÍ, así como los motivos de las personas que optaron por el NO, las consigno en el siguiente párrafo.

Los respaldos a favor del SÍ en la encuesta referida, son: Los docentes y los padres ya fueron vacunados en México; se cuenta con la información sanitaria para evitar la transmisión del virus y las autoridades educativas han implementado programas para coadyuvar con las escuelas en ese renglón; es necesario que los alumnos se intercomuniquen físicamente con sus compañeros para que estudien, jueguen, se relacionen y salgan del retiro hogareño; asimilar que la socialización es determinante para el desarrollo pleno de las personas; especialistas (psicólogos, sociólogos, pedagogos) exponen la necesidad urgente de aprender a vivir en estas sorprendentes circunstancias y ponderar en todo su valor la higiene mental de los infantes y adolescentes; es prioritario tomar en cuenta la opinión de los padres o tutores, mismos que ameritan de una información objetiva, puntual y racional de los pros y contras de las modalidades presencial y virtual; el retorno a las aulas es necesario, poniendo en práctica las medidas o protocolos sanitarios; los niños y jóvenes están cansados de seguir enclaustrados, anhelan compartir sus cosas y sus pensamientos – sentimientos con sus amigos y compañeros.

En sentido opuesto, los encuestados inclinados al NO, a proseguir por la vía digital, exponen sus razones: No existe certeza plena de protección contra la enfermedad virulenta; es más, bastante probable es que algunos padres se opondrán a las clases presenciales de inmediato; no se estima pertinente el retorno a las escuelas, ante las nuevas cepas o modalidades del virus maléfico; se reconocen los esfuerzos por vacunar a la población, habrá que proseguir en esa línea para aminorar los contagios; la existencia y la persistencia de la pandemia en todo el orbe nos obliga a actuar con ponderación y prudencia; hay que mejorar las condiciones físicas de los planteles. Otras opiniones recabadas en el sondeo sobre el tópico: De manera lamentable sectores juveniles y elementos irresponsables han propiciado rebrotes de la pandemia al realizar y asistir a eventos públicos sin considerar los protocolos básicos; a pesar de toda la información sobre los peligros pandémicos, hay connacionales reacios a la vacuna y otros que transitan sin protección en lugares concurridos; si los padres a sus hijos los llevan a lugares públicos (parques, mercados, áreas de ventas, centros de diversión, cines y restaurantes) resulta ilógico que ellos se opongan al retorno normal de sesiones presenciales; que no cunda el pánico, a la fecha todos conocemos las normas o protocolos de seguridad.

Ya tengo una respuesta a una interrogante que formulé inicialmente. El 18 de agosto la C. Paola Gómez, Oficial de Educación – México – de la UNICEF, expresó con preocupación que de los países de América Latina y el Caribe nuestro país es, por mucho, el que más tiempo ha tenido sus escuelas cerradas. “El promedio de días de cierre de las escuelas en Latinoamérica es de 158 y acá tenemos más de 17 meses con los centros formativos cerrados. Esto, en cualquier lugar del mundo, es algo que no tiene precedentes. Son sólo 19 países en el orbe que continúan con esa política extraña, cuando la educación también debe considerarse como actividad esencial que auxilia a la salud mental de niñas, niños y adolescentes…” Posteriormente dijo que “no hay evidencia concluyente a nivel mundial y entre los estudios que se han realizado en otros países donde la apertura de escuelas incrementen los contagios. Seguramente sabrán que en nuestro continente americano hubo países que nunca suspendieron sus labores, como Nicaragua, Costa Rica, Argentina y en otras naciones del llamado nuevo mundo han retornado profesores y alumnos a las aulas de manera híbrida o escalonada, sin observarse un incremento en los contagios de SARS-COV-2…”

En Europa a pesar de las “nuevas olas” o de la aparición de variantes pandémicas, la atención psicopedagógica a los infantes y adolescentes se efectúa con normalidad y sólo en ciertas regiones – por cuestiones meteorológicas – se han suspendido temporalmente las labores didácticas, toda vez que están conscientes que “el salón de clases es el espacio ideal para que el proceso de enseñanza – aprendizaje se lleve a cabo. El aula es el lugar donde los alumnos descubren y conocen las propiedades de los objetos del mundo material, donde aprenden las leyes que regulan el origen, evolución y desarrollo de la naturaleza (y de nosotros mismos); es decir, es donde aprenden y comprenden el mundo, ese mundo que quieren conquistar y que, hoy por hoy, les ha sido arrebatado por la pandemia, el miedo y la zozobra”.

Como ciudadano comprometido con mi conciencia, como abuelo de 6 nietos (niños y adolescentes) y como profesor jubilado formulo en primer término, una respetuosa y cordial exhortación para que autoridades, docentes y padres de familia logren acuerdos juiciosos y civilizados sobre el renglón educacional. O continuamos encerrados o nos atrevemos a luchar inteligentemente contra las adversidades actuales. En segundo término, me defino: Estoy a favor de las clases presenciales porque la escuela es un lugar para generar conocimientos que no se adquieren en la casa o de manera virtual, además el encierro y el sedentarismo impiden que los renuevos se desarrollen armónicamente y resulten afectados en lo físico – psicomotriz, en lo emocional y en lo cognoscitivo. Hay que fortalecer los aprendizajes y reafirmar el sentido de pertenencia en esos ávidos e inquietos estudiantes que edificarán el porvenir.   

Atentamente

Profr. Jorge E. Lara de la Fraga.