Panoramas de Reflexión
“Un escritor inglés del siglo pasado, cuenta en una de sus obras que en la playa cerca de su casa, una cosa muy interesante podía ser vista con frecuencia:Un navío lanzando su ancla en el mar enfurecido.Difícilmente existe una cosa más interesante o sugestiva que esa.
El navío danza sobre las olas.Parece estar bajo el poder y a la merced de ellas.El viento y el agua se combinan para hacer del navío su juguete.Parece que va a haber destrucción; pues si el casco del navío fuera lanzado sobre las rocas, sería despedazado.Pero observamos que el navío mantiene su posición.Aunque a primera vista pareciese un juguetito desamparado a merced de los elementos, el navío no es vencido. ¿Cuál es el secreto de la seguridad de este navío? ¿Cómo puede resistir las fuerzas de la naturaleza con tanta tranquilidad? ¡Existe seguridad para el navío en medio de la tempestad porque él está anclado!La cuerda a la cual él está amarrado no depende de las aguas, ni de cualquier otra cosa que fluctúe dentro de ellas.Ella las atraviesa y está fijada al fondo sólido del mar.No importa cuán fuerte el viento sople o cuán altas sean las olas del mar. Su seguridad depende del ancla que está inmóvil en el fondo del océano.Muchas veces nos sentimos en el medio de una tormenta, siendo tirados por las olas de la vida para arriba y para abajo y azotados por el viento de la adversidad.Nos parece, algunas veces, que no conseguiremos sobrevivir a determinados períodos de nuestras vidas.Sin una vida espiritual, nuestra vida es como un navío sacudido por el mar enfurecido por las circunstancias incontrolables de la vida.Mas, confiando en Dios, experimentamos su presencia y amor como el ancla de nuestra vida.Nos sentimos corajudos y esperanzados.Esa esperanza mantiene segura y firme nuestra vida, así como el ancla mantiene seguro el barco”.
Esplendido relato tomado del libro “Vientos y tempestades de la vida” de R. L. Silvado que nos muestra como la vida, a veces, también se torna como un mar embravecido que nos zarandea como aquel navío, nos empuja y voltea con sus adversidades, con sus tempestades. Quién de nosotros no ha sido azotado en su interior por diversos problemas y desengaños, momentos todos en que sentimos se nos movió el tapete o nos partió un rayo; sin embargo, con fe, esperanza y coraje nos mantenemos incólumes, estoicos ante las desgracias y adversidades que muchas veces se nos presentan en la vida. Es cierto, en muchas ocasiones no sabemos ni qué hacer o cómo salir del embrollo en que nos hayamos metido, pero con la fuerza de la fe, el coraje y la esperanza, salimos avante, airosos de muchas situaciones que la vida nos plantee, fortaleciéndonos más. Recuerde que quien no ha tropezado nunca en la vida, jamás ha alcanzado el éxito en sus esfuerzos. Téngase fe, confianza en sí mismo y no se “desavalorine” como dice mi angelito. Creo que ya le he dicho esto otras veces, la vida es bella y nada justa para nadie. Si cae, levántese, no deje de luchar. Si la vida lo zarandea es que le está retando a defenderse, a salir adelante, a luchar por sus metas y sé que lo hará. No tenga miedo si desconoce de momento como salir de donde se haya metido, seguro lo hará, aviente al tempestuoso mar de su vida el ancla de la esperanza, la fe y el coraje, que con la determinación que imponga saldrá. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.
Integrante de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A. C. (REVECO).