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Otra reflexión más

Por Luis Humberto Muñoz Vazquez

Panoramas de Reflexión

            Hacerle la guerra al crimen organizado dio resultados verdaderamente nefastos. Fue una guerra perdida, porque estuvo fincada en la violencia. Y sabemos que la violencia engendra violencia en una espiral ascendente, como nos lo explicó hace ya muchos años el profeta de la No Violencia, Dom Helder Cámara en su magnífico libro “Espiral de la Violencia”.

            Desafortunadamente, muy desafortunadamente, el crimen continúa porque debe haber cómplices. A ellos sólo les interesan sus propios beneficios, a costa del sufrimiento y la muerte de cada vez más inocentes. Ser indiferentes a manifestarnos, pacíficamente, significa permitir con nuestra quietud el aumento del mal social. Queremos vivir en paz y con justicia. Queremos que ya no haya más noticias de desaparecidos, de secuestrados, de torturados, de enterrados en fosas clandestinas. Queremos un México donde podamos caminar con tranquilidad sin temor a ser agredidos. La causa de esto es el sistema que se nos ha impuesto. Un sistema capaz de producir cada vez mayor riqueza, pero incapaz de garantizar siquiera el que las necesidades vitales mínimas se vean igualitariamente atendidas. Se fundamenta en el beneficio, más que en las personas. Es un monstruo que devora a las personas a favor del lucro. Esto existe porque lo que buscan quienes mantienen el sistema es un desenfrenado afán de riqueza, a través del dominio del mercado de la droga, a través del secuestro y de toda clase de crímenes. Las personas no cuentan. Lo que los motiva es la locura de tener dominio, poder, dinero, en forma desenfrenada. Cada día vemos que crece esta situación, que se magnifica, que se hace compleja, que es cada vez más difícil de solucionar, mientras la sociedad no exija con vehemencia, con persistencia un cambio radical. Esto implica por ejemplo, desde luego una estrategia educativa muy diferente a la que nos tiene acostumbrados la SEP y el sindicato magisterial, que busca sus prebendas, sin importarle que los niños aprendan más de la violencia que de la cultura, del arte, del civismo, del deporte, de la verdadera educación porque en nuestro país ha caído muy abajo, secuestrada por los intereses de un sindicato corrupto. Ya no hay educación cívica. Se ha degradado la formación de los valores, de la cultura, de la creatividad. Los niños son ahora simples repetidores de programas deficientes. Y mientras la sociedad tampoco exija la creación de empleos dignos, igualitarios y bien remunerados, sobre todo a los jóvenes, lo cual los lleva a ser presa fácil de los delincuentes, que les ofrecen dinero a cambio de enlistarse en su nefasta empresa de muerte. El llamado está hecho, la esperanza sigue viva en la mayoría. Depende de nuestra responsabilidad manifestarnos de manera permanente y pasiva. Debemos además empezar con nosotros mismos, partir de nuestra persona y nuestros hijos. El cambio debe partir de nosotros, contribuyendo con un cambio verdadero en nuestra forma de pensar y actuar para con nosotros y para con los demás.

            Manifestémonos pacíficamente con mucha energía, constancia y consistencia, no permitamos con nuestra actitud pasiva que el crimen siga invadiendo nuestro país y nuestra tranquilidad. Es necesario un compromiso fundamental de paz con justicia y dignidad, que le permita a la nación rehacer su suelo. Un compromiso en el que reconozcamos y asumamos nuestras diversas responsabilidades, un compromiso que le permita a sus muchachos y a sus niños recuperar su presente y su futuro, para que dejen de ser las víctimas o el ejército de reserva de la delincuencia. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo poco. Que tenga un buen día.

Luis Humberto.

Integrante de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A. C. (REVECO).