Panoramas de Reflexión
En el devenir existencial de mi atípica vida, he encontrado muchas desavenencias pero también muchas frivolidades que me han procurado errar el veleidoso camino que he seguido, sin darme cuenta que viene a ser necesaria una perfectible definición coyuntural del rumbo que debe tomar mi vida para alcanzar el verdadero propósito de mi existencia. Dicho lo anterior en otras palabras: No he podido definir todavía qué fregados hago aquí.
Este sentimiento es muy común en muchos jóvenes y hasta en adultos, que no han podido definir aún el propósito de su presencia en este mundo. Trazar un proyecto de vida, de su vida propia, requiere considerar que el pensamiento es la fuerza edificante, es la luz que ilumina nuestro interior y disipa las tinieblas de la ignorancia, de la duda, y nos salva de nuestros errores y nos hace útiles a nuestros semejantes. Seguir un criterio razonable en nuestra existencia requiere de una combinación de factores, situaciones y circunstancias, imprescindibles todos para tomar sabias o erradas decisiones. En suma, todo depende de nosotros mismos. Somos la suma total de todas nuestras opciones y decisiones. Nosotros mismos sabemos, guardamos en nuestro interior, la guía espiritual que nos conduce al camino que es menester seguir en nuestra existencia para alcanzar nuestras metas y lograr los objetivos que nos hayamos trazado para cumplir con nuestro principal propósito existencial. Encontrarnos, sabernos, en la ruta adecuada, nos produce una sensación permanente de serenidad espiritual. Una convicción plena de lo que buscamos con nuestra vida, nos evita al máximo penalidades y sufrimientos si nuestro principal propósito es congruente con un bienestar personal y social. Recuerde que cosechamos lo que sembramos y aunque no estamos exentos jamás de infortunios, el camino debe ser siempre para adelante. A veces creemos tener cogida la sartén por el mango, pero no es siempre así. Cuidemos de considerar la prudencia, la perseverancia y el recato y evitemos la soberbia que envanece la contemplación de nuestro ego, y nos conduce al menosprecio injustificado de los demás. Cuidemos asimismo el respeto y la conservación de muchos otros valores más que nos enseña el sentido común; es decir, el conjunto de conocimientos y creencias compartidas y consideradas como prudentes, lógicas o válidas por todos nosotros. El sentido común es pues, nuestra capacidad natural para determinar los acontecimientos y eventos de manera razonable según los principios morales de nuestra comunidad.
Aprendamos pues a respetar y tolerar a nosotros mismos y a nuestros semejantes; definamos decididamente nuestro propósito en la vida, si es que aún no lo hemos hecho, y caminemos adelante con metas sólidas. Les aseguro que esto les traerá un sorprendente bienestar individual y social y una realización personal plena que les dará la confianza de estar haciendo las cosas bien, siguiendo el camino correcto en su vida. No deje de luchar por sus más caros y preciados anhelos, sentimientos y objetivos. La vida es demasiado corta y debemos aprovecharla al máximo. Aun cuando las cosas no marchen del todo bien, como tal vez usted quisiera, siga adelante, no se detenga, no claudique, no deje de luchar. De los problemas también se aprende. Hágase un buen propósito para vivir su vida y ayúdese usted mismo a mejorar su existencia, tenga en cuenta que nadie lo hará por usted. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.
Integrante de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A. C. (REVECO).