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Aventura en el norte (parte II)

Por José Antonio Medina Aguilar

PIENSO, LUEGO ESCRIBO

Por Akiles Boy *

Con jornadas, a veces extenuantes, intentando estimular el interés y la pasión de los alumnos  por el estudio, Octavio, cumplía con los requisitos del perfil de un buen educador, con la sencillez, con la tolerancia, y con la dedicación de un profesor tradicional, de los que ya empezaban a escasear y después entrarían en un proceso de rápida y preocupante extinción.

Más de una vez se sintió fatigado, desalentado por los resultados de su trabajo, que tampoco le reportaban los suficientes beneficios monetarios, los colegios particulares, hasta los dirigidos por grupos religiosos, funcionaban como lucrativas empresas disfrazadas de escuelas al servicio de la comunidad. Se entendía por los riesgos de la inversión, pero no se justificaba el pago de un salario de miedo a los docentes, que entregaban el alma, la energía y el talento en las aulas de clases.

El embrollado cuadro, se completaba con la actitud de los alumnos que se presentaban a las sesiones de estudio. En su mayoría, presentaban las mismas características, jóvenes clasemedieros, no con problemas de aprendizaje, sino con escasa motivación, y  con una actitud de declarada rebeldía ante el orden, la disciplina y la concentración, necesarios en el proceso educativo, que aún en la posición de autodidacta, son importantes. En muchas ocasiones Octavio sumido en sus pensamientos, se repetía algo que ya había escuchado en otros, “Siento que estoy sembrando en el desierto”.

En su vuelo ya había experimentado turbulencias, estaban por venir otras de mayor fuerza que no imaginaba. “El trabajo que ahora tienes, es el mejor del mundo” es una opinión positiva que aceptaría alguna vez, por eso, Octavio, con gran disposición se había integrado a un grupo de docentes, jóvenes y veteranos que estarían dirigidos por Ricardo, un inteligente inversor, que replicaba la exitosa experiencia de un centro educativo particular, en un famoso puerto cercano a la urbe capitalina. Ricardo, hábil negociador y buen administrador, personalmente atendía las entrevistas con algunos Padres de Familia, que inscribían a sus hijos en el plantel.

Se fue desenvolviendo una típica relación laboral y un ambiente de trabajo estable, que a Octavio le generaban algunos dividendos, libertad en la catedra y la oportunidad de crecer en la experiencia didáctica. La educación abierta en los noventa en pleno auge. Empezaban a hacerse más visibles los grandes problemas y deficiencias del Sistema Educativo Nacional, dándole mayor impulso y atención a las formas compensatorias,  alternas o no formales para impactar en los rezagos del País en esa materia. Floreció el mercado de “Las Escuelitas”, algunas con reconocimiento de validez oficial y otras no, que entraron, sin supervisión ni control, a suplir o competir con el Estado, en la fundamental tarea de la educación.

El año cerca de expirar, solo restaban tres meses. Octavio había logrado apaciguar sus tormentas internas y se propuso vivir junto a la familia, recién aumentada, un periodo de calma y conformidad. ¿Quién iba a decir que le aparecería pronto una oportunidad inesperada y que tendría que aceptar, sin vacilar; ¿Quién iba a decir que en menos de tres años cambiaría la historia de la Nación y llegaría al poder un gobernante de la llamada derecha más conservadora?, finalizando su sexenio como una caricatura de Estadista del Tercer Mundo y lanzado al basurero sin contemplación.

A fines de septiembre, una llamada cambió las facciones del rostro y el futuro inminente de Octavio. Estando en asesoría, Ruth, una de las Secretarias del Colegio, le aviso que una persona quería hablar con él, que esperaba en la línea del teléfono. Dejó el salón y presuroso ingresó a su pequeño cubículo que ocupaba como Coordinador Académico, nombramiento que había recibido un mes antes. Tomó el aparato y saludó, del otro lado escuchó una voz hasta ese momento desconocida. Se trataba de un abogado, hijo de un antiguo jefe, que había tenido en un  Organismo Federal, en el que laboró más de una década. “Dios te pone pruebas que eres capaz de soportar”  Así, arrancaría una de las aventuras más intensas y breves de Octavio. La historia continuará. Hasta la próxima.  

Julio 11 de 2021

*Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.