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Calidad humana.

Por Luis Humberto Muñoz Vazquez

Panoramas de Reflexión

            “En esta época todos hablan de calidad de productos, de calidad de procesos, calidad de servicios, calidad de sistemas. Muy poca gente habla de calidad humana, calidad de vida. Y sin ella, todo lo demás es apariencia sin fundamento. Hablar de calidad humana es cuidar nuestros vínculos con los demás. Necesitamos rehacer nuestros queridos vínculos humanos.

            De nada sirve trabajar de sol a sol en un lugar donde no tenemos amigos y llegar cansados a un hogar en el que nadie se interesa en saber cómo nos fue. ¿Para qué trabajar tanto si nos sentimos solos? Es triste leer un libro y no tener a alguien con quien comentarlo, es doloroso sentirse preocupado y no contar con una persona a quien abrirle el corazón. De nada vale estar frente a un campo de golf, una cancha de futbol o frente a un juego de salón, si no tenemos con quién disfrutar ese momento. ¿Para qué tener lo que no se puede compartir? Ni las cosas ni el dinero poseen valor intrínseco. El valor de lo material está en su aplicación, en el servicio a alguien o la convivencia con alguien. La belleza de tener esta en compartir. La magia de luchar por una prosperidad económica, estriba, ni más ni menos, en poder ver sonreír a alguien a quien le damos el privilegio de disfrutar lo que ganamos. Eso es parte de la naturaleza humana. Dar, convivir, amar, servir y ayudar. Hagámoslo. En muchas ocasiones estamos asustados, asustados de lo que tal vez no podemos hacer; asustados de lo que pensaría la gente si permitimos que nuestros miedos se interpongan en nuestros sueños. Decimos no, cuando queremos decir sí. Murmuramos cuando queremos gritar, y después, después gritamos a quien no teníamos que hacerlo. ¿Por qué? Después de todo, cruzamos por esta vida una sola vez, no hay tiempo para tener miedo. Así que intentemos aquello que no hemos hecho, arriesguémonos, participemos en ese concurso, presentemos aquella poesía, esta pintura, enfrentémonos como ganadores, también en lo cotidiano de la vida. Bailemos, sonriamos, hablemos en contra de lo que no nos gusta, visitemos pueblos y ciudades que no conozcamos, no nos quedemos con el abrazo contenido ni la risa escondida, cuidemos mucho de la familia y digámosle cuánto la amamos, valoremos lo que tenemos sin olvidar dar gracias a Dios por ello. El tiempo no regresa. No tenemos nada que perder y todo, todo por ganar”.

            Una profunda arenga anónima, una sutil invitación que alienta los ánimos para dejar de acumular y acumular bienes y dinero sin una razón esencial, compartir. La trivialidad y banalidad en que nos hemos sumergido, deja de lado muchos valores que nos impiden disfrutar del verdadero sentido de la vida misma. Visite a sus amigos, hable con ellos y con su familia también; asimismo, comparta con ellos lo que tenga para disfrutar y vivir. Sea amable con toda la gente sin importar su condición social, no estratifique ni menosprecie a nadie, ni haga uso de prejuicios infundados. Sea usted mismo, tal como lo dicta su condición natural existencial, su corazón, y no permita que falsas etiquetas personales limiten y condicionen su verdadera intención de mejorar su calidad de vida, su calidad humana. Inténtelo, verá que no se arrepentirá. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.

Luis Humberto.

Integrante de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A. C. (REVECO).