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¿A la izquierda o a la derecha?

Por Luis Humberto Muñoz Vazquez

Panoramas de Reflexión

            Una universitaria cursaba el último año de sus estudios. Como suele ser frecuente en el medio universitario, la chica pensaba que era de izquierda y, como tal, estaba a favor de la distribución de la riqueza. Tenía vergüenza de su padre, un empresario exitoso. Él era de derecha y estaba en contra de los programas socialistas. La mayoría de sus profesores le habían asegurado que la de su papá era una filosofía equivocada.

            Por lo anterior, un día ella decidió enfrentar a su padre. Le habló del materialismo histórico y la dialéctica de Marx tratando de hacerle ver cuán equivocado estaba al defender un sistema tan injusto. En eso, como queriendo hablar de otra cosa, su padre le preguntó: – ¿Cómo van tus estudios? –Van bien, -respondió la hija, muy orgullosa y contenta-. Tengo promedio de 9, hasta ahora. Me cuesta bastante trabajo, prácticamente no salgo, no tengo novio y duermo cinco horas al día, pero, por eso ando bastante bien, y voy a graduarme en tiempo. Entonces el padre le pregunta: –Y a tu amiga Melisa, ¿Cómo le va? La hija respondió muy segura: –Bastante mal, Meli no se exime porque no alcanza el 6, apenas tiene 4 de promedio. Pero ella se va a bailar cada semana, pasea, fiesta que hay está presente, estudia lo mínimo, y falta bastante, no creo que se reciba este año. El padre, mirándola a los ojos, le respondió: –Entonces habla con tus profesores y pídeles que le transfieran 2.5 de los 9 tuyos a ella. Esta sería una buena y equitativa distribución de notas, porque así las dos tendrían 6.5 y se graduarían juntas. Indignada, ella le respondió: – ¡¿Estás borracho?! ¡Me rompo la madre para tener 9 de promedio! ¿Te parece justo que todo mi esfuerzo se lo pasen a una vaga, que no se esfuerza por estudiar? Aunque la persona con quien tengo que compartir mi sacrificio sea mi mejor amiga. ¡No pienso regalarle mi trabajo! Su padre la abrazó cariñosamente y le dijo: – ¡Bienvenida a la derecha!

            La moraleja de esta historia es muy cortita, tremendamente clara y se aplica cien por ciento a nuestra realidad social: “Todos somos rápidos para repartir lo que es ajeno”. El pensamiento de Adrián Pierce Rogers (1931-2005), Pastor estadounidense, quien sostiene que: “El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a otra persona. Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando esta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, eso, mi querido amigo, es el fin de cualquier Nación. No se puede multiplicar la riqueza dividiéndola”. Excelente reflexión que me enviara hace unos días mi buen Amigo Santiago Arellano Peregrina, donde se aplica muy ad hoc la magistral frase de Martín Luther King (1929-1968), otro Pastor estadounidense quien desarrolló una labor crucial en Estados Unidos, al frente del movimiento por los derechos civiles para los estadounidenses, y activista en numerosas propuestas contra la guerra de Vietnam y la pobreza en general: “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los demás”. Nomás por decir. Digo. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.

Luis Humberto.

Integrante de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A. C. (REVECO).