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Señales de actos de venganza contra los Yunes

Por Arturo Reyes Isidoro

Prosa aprisa

Si en realidad la Torre Centro del puerto de Veracruz es propiedad de la familia Yunes, entonces la alusión que hizo ayer en su conferencia mañanera, sin venir al caso, el presidente Andrés Manuel López Obrador a la construcción de ese edificio “altísimo”, creo que por primera vez en su vida el jefe del clan, Miguel Ángel Yunes Linares, ha caído, en serio, en desgracia política, si bien él ha dicho, en las pocas apariciones que ha tenido desde que dejó la gubernatura, que está retirado.

AMLO respondía a un comentario sobre un problema de basura en Holbox y de pronto se desvió para atracar en el puerto jarocho. Hizo alusión a su visita el Día de la Marina a Veracruz y soltó: “Bueno, estoy en la embarcación en donde llevamos a cabo la ceremonia y volteo a ver, y un edificio altísimo, casi en la parte histórica. Eso no se debió autorizar y ojalá y se remedie y se rebane legalmente. ¿Cómo dan permiso para eso?, ¿y el patrimonio histórico?”

Se refería a una torre ubicada en la calle Mariano Arista, entre Xicotencátl  y J. M. Peña, calles atrás del histórico Faro Venustiano Carranza, que de inmediato los malquerientes y enemigos de los Yunes dijeron que es de su propiedad o que tendrían intereses con la empresa que la construye. Habiendo tantos problemas y temas relevantes en el país de qué ocuparse, resulta muy extraño pero significativo que el presidente de todo el país se ocupe personalmente de la altura de una construcción.

En forma simultánea, en Xalapa el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, en otra conferencia, dijo que su gobierno actuará dentro de lo que esté en su competencia y reveló que el presidente le pidió que revisara si cumplía con toda la normatividad (la construcción).

Reconoció que es al ayuntamiento al que le corresponde el asunto, comentó que rompe con la arquitectura debido a su altura y anunció que se revisarán los permisos porque, opinó, sí se ve desproporcionado y obstruye la visibilidad hacia el Faro (en realidad no es así, porque está atrás y no en frente de ese monumento histórico). “Solicité que se verificara, que todo estuviera en orden y que se les exhortara a ya no excederse tanto porque rompe con esa zona de Veracruz, donde hay edificios históricos de una altura baja”.

El alcalde Fernando Yunes Márquez no se quedó callado. Reaccionó enviando un boletín de prensa en el que dijo que el edificio cuenta con todos los permisos de construcción otorgados por los tres niveles de gobierno, y dio detalles de los trámites que se hicieron y que fueron aprobados.

El asunto podría quedar reducido a un problema de contaminación visual si no hubiera antecedentes que podrían sugerir que se trata de una advertencia como un paso previo a un acto de venganza política y personal tanto del presidente como del gobernador contra Miguel Ángel y sus dos hijos dedicados a la política. No voy a abundar en detalles pero hay que recordar la serie de insultos y descalificativos que le dirigió el entonces gobernador al tabasqueño durante su campaña presidencial (que este también reviró contra el panista), las injurias del hijo, aspirante en ese tiempo a gobernador, contra el líder natural de Morena y, últimamente, las que lanzó el otro hijo, actual alcalde del puerto, contra el gobernador.

En este espacio he comentado que se trató de una imprudencia política, por no llamarle de otra forma, que los Yunes nunca midieron las posibles consecuencias, y por todas las señales que se están dando todo indica que los hombres en el poder, AMLO y Cuitláhuac, han considerado que ha llegado el momento de cobrar facturas y lo van a hacer al grado de una venganza.

Olvidándoseles que debían ser cuidadosos hasta el extremo con los pasos que daban para no darles motivos a sus poderosos enemigos políticos para que actuaran en su contra, cometieron un error hasta caer en la ilegalidad, además seguramente pensando que harían su voluntad, que no tendrían ninguna consecuencia y que nadie los llamaría a cuentas: falsearon documentos para, uno de ellos, lograr su registro como candidato a presidente municipal. La historia es bastante conocida: los tribunales electorales echaron abajo su candidatura estando en plena campaña y presentaron denuncia en su contra, que lo podría llevar a prisión. Colateralmente, el aparato del poder político estaría por lograr que desconozcan el triunfo de su suplente, así haya ganado por un voto, con lo que, por lo pronto, los limitarían solo a la alcaldía del puerto que tendrán solamente seis meses más.

Creo que de los políticos veracruzanos hoy activos, nadie mejor que Miguel Ángel conoce, como nadie, el poder del poder presidencial, del sistema político mexicano, como que él operó una instrucción del entonces presidente Ernesto Zedillo para llevar a prisión a Dante Delgado. Incluso muy jovencito, siendo diputado local, se enfrentó al entonces gobernador Agustín Acosta Lagunes y como consecuencia se tuvo que exiliar de Veracruz. Pero él mismo, siendo secretario general de Gobierno, hizo que varios presidentes municipales, que no se sometieron a su poder, tuvieran que pedir licencia y huir del Estado (varios todavía viven y a veces lo recuerdan) y ya como gobernador envió a prisión al exgobernador Flavino Ríos Alvarado, porque el poder político en México lo puede todo.

Testigo que he sido de la historia política de Veracruz desde inicio de los años 70, creo que por primera vez el exgobernador (y ahora junto con sus hijos) está en una grave tesitura que hará, en lo inmediato, que se resguarde lo mejor que pueda, sin exponerse a que le apliquen el delito de abuso de autoridad pues los actuales no respetan ningún amparo, así como también su hijo mayor, del mismo nombre, con quien se desquitarían porque los políticos saben muy bien que nada golpea más a un enemigo que actuando contra uno de sus hijos.

AMLO habló de “rebanar legalmente” un edificio. Podría haberse tratado de una metáfora, de dar a entender que quiere “rebanar” a los Yunes azules, “rebanarles” el poder que tienen, el dominio territorial político que han detentado por años en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río e, incluso, de ser posible el capital económico que poseen, a través de la Unidad de Inteligencia Financiera del SAT. El poder político en México es arrollador cuando quiere y se decide a actuar.

Si no les quitan la alcaldía del puerto, la que viene, que las autoridades electorales ya les adjudicaron con el reconocimiento de su triunfo, mientras AMLO esté en el poder ya no los dejará en paz y les pondrá todos los obstáculos posibles para eliminarlos de la contienda electoral de 2024, y como es la política, como ha sido siempre, ahora todos los que se decían sus amigos se les abrirán y les darán la espalda y les cerrarán sus puertas, pues nadie se va a querer exponer a la ira del poder. Porque así es la política.

Para abonar a la incertidumbre, que seguramente debe prevalecer ya en la corriente yunista azul, ayer Cuitláhuac ofreció apoyo y respeto institucional a la alcaldesa electa Paty Lobeira, esposa de Miguel Ángel Yunes Márquez, pero se “reservó” de abundar más sobre el tema porque dijo que la votación “está muy cerrada”, con lo que dejó abierta la posibilidad de que finalmente no asuma el cargo. O sea, para él la elección no ha terminado.

Sin contar con que en octubre asumirá la nueva Legislatura, abrumadoramente morenista, que podrá actuar contra el alcalde Fernando Yunes Márquez si así se lo proponen. En Veracruz, la turbulencia política, poselectoral, va para largo.