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La fuerza de las palabras.

Por Luis Humberto Muñoz Vazquez

Panoramas de Reflexión

            “Nuestro lenguaje forma nuestras vidas y hechiza nuestro pensamiento”.

Albert Einstein.

            “Las palabras no las lleva el viento, las palabras dejan huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente. Las palabras curan o hieren a una persona. Por eso mismo, los griegos decían que la palabra era divina y los filósofos elogiaban el silencio. Piense en esto y cuide sus pensamientos, porque ellos se convierten en palabras, y cuide sus palabras, porque ellas marcan su destino. Piense muy bien antes de hablar, cálmese cuando esté airado o resentido y hable sólo cuando esté en paz.

            De las palabras depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. “Una cometa se puede recoger después de echarla a volar, pero las palabras jamás se podrán recoger una vez que han salido de nuestra boca”. Las palabras tienen mucha fuerza, con ellas podemos destruir lo que hemos tardado tanto tiempo en construir, Cuantas veces una palabra fuera del lugar es capaz de arruinar algo por lo que hemos luchado, cuantas veces una palabra de aliento tiene el poder de regenerarnos y darnos paz. Las palabras insultantes o despectivas nunca han creado algo edificante. Con el uso de expresiones agresivas, lastimamos a las personas provocando heridas, creando resentimientos y dolor, que se volverán a nosotros. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado papel y la ofrecemos con ternura ciertamente será aceptada con agrado. Las palabras son la manifestación de nuestro mundo interior, al cuidar de nuestro lenguaje, purificamos nuestro mundo interior. Muchas enfermedades son únicamente el producto de nuestros pensamientos desequilibrados. La violencia, las mentiras. El resentimiento y tantas otras cosas existen y conviven con nosotros en este mundo. Ante ello tenemos que cultivar cualidades de amor, verdad y gratitud, creando un sólido mundo interior en donde la bondad y la verdad brillen; para luego extender este mundo interior a las personas de nuestro alrededor. Una palabra amable puede suavizar las cosas. Una palabra alegre puede iluminar el día. Una palabra oportuna puede aliviar la carga. Una palabra de amor puede curar y dar felicidad. Una palabra irresponsable puede encender discordias. Una palabra cruel puede arruinar una vida. Una palabra de resentimiento puede causar odio. Una palabra brutal puede herir o matar. Las palabras son vivas, bendicen o maldicen, alientan o abaten, salvan o condenan. “Si todas nuestras palabras son amables, los ecos que escucharemos también lo serán”. De usted depende si usa las palabras para bien o para mal, tanto para usted como para los demás. Cuide sus palabras, ellas tienen poder. Hable de tal manera que en su alma y en la de los demás quede la paz”.

            Es increíble el efecto que producen las cosas que decimos. La mayoría de las veces no nos damos cuenta de lo que decimos y mucho menos de las consecuencias. Las palabras son un reflejo de nuestros pensamientos y sentimientos. Lo primero que nos ocurre es tener un pensamiento que puede ser bueno o malo; luego, si no cortamos ese pensamiento, se puede transformar en palabras y posteriormente en acciones. Por eso es importante inclusive revisar nuestros pensamientos porque allí comienza todo. Muchas veces lastimamos, ofendemos o enredamos las cosas sólo con lo que decimos o dejamos de decir, por eso tenemos que pensar antes de hablar. Una vez alguien dijo: “Dios nos dio dos oídos y una sola boca, usémosla en esa misma proporción”, es decir escuchemos más y hablemos menos. Tratemos de construir al hablar y no destruir. Una recomendación que les doy es que confirmen si la otra persona está entendiendo exactamente lo que usted quiere decir. Muchas veces preguntamos: ¿entendiste? y la otra persona responde: si; eso no es suficiente, preguntémosle qué entendió y verifiquemos si es o no lo que queríamos decir, de esa manera nos ahorramos muchos malos entendidos. La comunicación no es nada fácil, por lo general hablamos muy rápido y no nos tomamos el tiempo para aclarar muchas cosas. Las palabras encierran un poder que desconocemos pero que cada día se comprueba más y más, trabajan sobre nuestro cerebro constantemente enviándole información. Esta información genera en nosotros sentimientos, actitudes, pensamientos, emociones. Si hablamos cosas positivas, es mayor la probabilidad de que sucedan cosas buenas, si hablamos cosas negativas, pues eso será lo que recibamos. De usted depende si usa las palabras para bien o para mal, tanto para usted como para los demás. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.

Luis Humberto.

Integrante de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A. C. (REVECO).