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“Sharenting” y “Tiktok”: nuevo riesgo en niños y jóvenes

Por Zaida Alicia Lladó Castillo

Entre más vacíos emocionales posean los menores o los jóvenes, según el caso, mayor es la probabilidad de buscar saciar esa necesidad de atención y de reconocimiento en estas herramientas digitales.

on gran naturalidad, hoy en día, los jóvenes suben videos -de escasos segundos pero que dicen mucho- y los comparten con miras a obtener seguidores y, a esa práctica o entretenimiento en el mundo de la red, se le denomina “Tiktok”. Como también existe otra en el que participan padres o miembros de la familia, que en las redes sociales suben fotografías de sus hijos o hermanos menores, con la mejor intención de participar a sus amigos y familiares de momentos chuscos o ingeniosos de éstos y que se ha convertido ya en un hábito casi natural o de moda. Esta última se ha designado con el nombre de “Sharenting”.

Pero ¿qué son realmente los Tiktoks y el Sharenting?

Tiktok[1], es una aplicación diseñada como una red social, donde los usuarios comparten videos editados y los jóvenes que los realizan, aplican su ingenio para llamar la atención y acumular el mayor número de seguidores. Y dentro de esa creatividad se pueden ver desde bailables, actos graciosos, o hasta imágenes provocativas de jóvenes, que entre más llamativas sean éstas, pueden llevar a obtener un buen número de like.

Estas aplicaciones contienen diferentes funciones, como hacer dúos (videos que combinan otros, dos o más usuarios distintos) y se entrelazan para responderse entre sí; igualmente pueden utilizar hashtag (palabra clave) para viralizar los videos, etc., siendo la finalidad siempre el obtener seguidores, habiendo casos en que pueden llegar a ser millones y eso se convierte en un reforzador conductual muy alto.

Por otra parte, el “Sharenting”[2], es una palabra inglesa compuesta por el verbo to Share (compartir) y Parenting (crianza) y, se usa para describir la forma en que los padres de familia publican fotos, audios o videos, de los hijos pequeños en sus redes sociales, sin darse cuenta de que, una foto de un menor en Facebook, YouTube, Instagram, o cualquier otra red, puede ser utilizada para fines perversos en un futuro por alguien, en algún punto de su país o del planeta. Especialmente cuando los padres desconocen o no usan las medidas de protección que ofrecen esas mismas redes sociales y dejan libres esos espacios o imágenes para que cualquiera pueda hacer mal uso de ellas.

Es claro, que un padre que sube fotos de sus menores por el gusto de compartir los mejores momentos de su vida ya sea con sus familiares, amigos cercanos, compadres, compañeritos, etc., jamás será para dañarles. Pero ese error involuntario puede tener consecuencias, como ya se ha visto en México y muchos partes del mundo.

Porque lo que se inicia como una moda o entretenimiento sano en red, puede llegar a ser una puerta al peligro, y ser visualizados por gente mal intencionada convirtiéndose en algún momento, en un serio riesgo para niños y jóvenes. Y ahí es donde se debe poner atención.

Porque cuando uno ingresa en forma frecuente a las redes, se construye un “rastro” y éste es llamado identidad digital, y se da cada vez que hacemos una actividad en la red: socializar, hacer compras en línea, revisar noticias, etc. Es decir, esa identidad representa el historial de nuestras interacciones y es parte de lo cotidiano de muchos que hacemos uso de éstas. El problema es cuando compartimos aspectos o imágenes personales, familiares o de negocios-repito, sin hacer uso de las funciones de privacidad-, pues pueden llegar a convertirse en un arma en contra del usuario.

En el caso de los Tikstoks, este entretenimiento está siendo analizado desde 2 ángulos. Por una parte, el comportamiento del que realiza el video, y por otra parte la curiosidad del que percibe y ofrece su reconocimiento con un “like”. En el primer caso, se establecen grados que van desde el joven o la joven que inocentemente se divierte grabando un baile hasta aquellos que incitan a la sexualidad y provocan al que mira, al grado de despertar la atención de los ciberacosadores. Y en el segundo caso, el que percibe un video, en el menor de los riesgos puede tener una intención sana de dar una aprobación o puede ser -en caso extremo- que le sirva para ubicar a menores o jóvenes para engancharlo a sus redes delincuenciales. 

Es importante señalar que el diseño de las redes NO está hecho para hacer daño, al contrario, está hecho para agradar, para impresionar, de ahí que posean filtros que permiten que los videos o productos se vean atractivos, y eso lo hace motivante para los niños y jóvenes, incluso para algunos adultos. En éstas los jóvenes, ven una oportunidad de entretenimiento sin límites y sobre todo un mecanismo o herramienta para expresar y recibir reconocimiento social. Y eso puede llegar a ser atractivo o en caso extremo a ser adictivo.

Entre más vacíos emocionales posean los menores o los jóvenes, según el caso, mayor es la probabilidad de buscar saciar esa necesidad de atención y de reconocimiento en estas herramientas digitales. Por eso los padres deben ser los primeros en estar cuidando que esas prácticas “inocentes” en redes, no se conviertan en espacios de peligro para su hijos o familias. Pero entonces ¿Qué podemos hacer?

1.-Estar atentos que el uso de estas aplicaciones sea utilizado por los menores o jóvenes de manera responsable. Ello implica que los padres o hermanos mayores deben estar alertas del uso que le dan los menores, no llegando a infundirles miedo, porque entonces se provocaría mas curiosidad y terminarían haciéndolo en forma oculta y sin consentimiento.

2.-Es importante valorar la madurez del menor o joven y si no esta aun preparado para su uso, esperar hasta que lo esté. El problema a veces esta en los padres, que quieren atiborrar a los hijos del conocimiento de las tecnologías-pues sienten que es bueno que se familiaricen con ellas y a veces los alientan a la competencia con otros niños- pero esto no debe ser motivo para que ese conocimiento lo reciban a edades no apropiadas o cuando se posee un alto grado de inmadurez.

3.-Enseñar a los hijos el uso seguro del internet, antes de que empiecen a utilizar este tipo de redes. Y es muy simple, solo basta configurar la aplicación y adaptar ajustes de privacidad para el tipo de uso que se quiere para el menor. Así mismo, manejar una cuenta privada para que estén en la red social las personas que conozcan o acepten por ser de confianza.

4.-Es importarte generar certidumbre en los niños y jóvenes y por ello es importante hablar con naturalidad sobre los siguientes aspectos:

a) Que es vital saber proteger su identidad en las redes y sobre todo su información personal para que no estén expuestos a personas dañinas.

b) Que estén alertas a personas que usan perfiles falsos que los pueden enganchar para fines perversos.

c) Que estos sepan con claridad, que cuando se publica algo en Facebook, Instagram o cualquier otra red social, esta expuesto a recibir comentarios de todo tipo. Entre niños y adolescentes a veces las críticas son crueles y pueden llegar al bullying cibernético y para algunos puede llegar a tener efectos serios en su autoestima o desarrollo emocional.

c) Que estén alertas a amistades o individuos anónimos que los presionen o inciten a realizar actos sexuales provocativos, o prácticas peligrosas para su salud y vida, o que les alienten modelos que les generen curiosidad, ambición o búsqueda de referencias inalcanzables. Y siempre lo hablen con sus padres.

d) Que el uso de estas redes sea medido, para que no se llegue a crear adicción. Hay jóvenes que están actualizando su información diariamente, es decir se vuelve obsesiva esta práctica y se llega a convertir en vicio. Y es que la falta de reconocimiento o la idea de estar “al día” o de ganar la “competencia” en “likes”, se vuelve una necesidad para ciertos usuarios, que llega a convertirse finalmente en una patología. En esos casos es necesario recurrir a un especialista de la conducta.

 e) Orientar a los hijos que el uso de las redes, o aplicaciones como el Tiktok, o la exposición de fotos de familia o menores, pueden ser buenos si se usan con cuidado y responsabilidad. Socializar es positivo , permite ampliar el radio de amistades entre iguales compartiendo aficiones, conocimiento y experiencias, favorece también la creatividad y puede fomentar actitudes saludables como el conocimiento de un deporte, el baile, y la diversidad cultural, pero, sabiendo  con quién se hace, seleccionando las amistades y grupos y sobre todo , saber usar las herramientas digitales con los ajustes de privacidad para que no se corran riesgos innecesarios y la integridad y la vida de nuestros niños y jóvenes, este segura.

Y esto va también para los padres, para que no solo estén alertas del uso de estos medios digitales, sino que ellos también contribuyan a evitar fomentar la publicidad de sus propios hijos. Es inconcebible que existan países como en los EEUU, en donde el 92 % de los menores (bebes o menores de 6 años), ya tienen una identidad digital y quienes lo provocan son los mismos padres. Y cuando se han estudiado esos casos se encuentra que “a éstos les hace sentirse orgullosos que las fotos de sus hijos lleguen a tener 1000 links”; incluso hasta lo presumen, o lo que es peor, el que ellos sean los que generen la competencia. Eso solo explica, que los que necesitan la ayuda profesional son definitivamente los padres.

Ante el aumento de casos en muchas partes del mundo, en que estas aplicaciones son utilizadas para malos usos, ha puesto en alerta a los gobiernos y a la UNICEF[3], y se está obligando a los países, a tomar con la seriedad debida estos problemas , realizando investigaciones sociales, en familias y grupos de adolescentes o en quienes lo practican, para diseñar políticas preventivas y realizar campañas para sensibilizar, orientar y alertar a los usuarios sobre la existencia cada vez más frecuente de estos fenómenos digitales. Igualmente se han tomado medidas para sancionar -sea quien sea- a quienes suban fotos de niños -con o sin consentimiento del menor-más allá de la edad legal. De ahí que en algunos lugares se establezcan recomendaciones para obligar a: pixelar la cara del menor, que éste salga vestido siempre y nunca dar a conocer datos particulares del mismo y de su familia.

Luego entonces, saber cuidar a los niños, adolescentes y jóvenes, es responsabilidad de todos, del gobierno, de la familia y de la sociedad en su conjunto, y es nuestra obligación hacerlo, aún más, en estos tiempos en que existen muchas formas de dañarlos, razón de más para extremar precauciones desde todos los flancos. Pero, además para que estén abiertos a usar correctamente estas herramientas, que fueron creadas para fines positivos y de utilidad cultural, económica y social y no para reforzar vanidades y buscar el reconocimiento efímero.

Gracias y hasta la próxima.