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Crisis o tragedia.

Por
Luis Humberto Muñoz Vazquez

Panoramas de Reflexión

            “La crisis implica transición a otra realidad. La tragedia es la destrucción irreversible, el fracaso de toda expectativa. La crisis sirve para juzgar lo que estamos viviendo, cuestionarnos, sacar lo bueno, aprovechar lo positivo, tener el valor de transformar y desechar lo que ya no es útil.

            Estamos en un momento en que estamos dando el paso de una concepción de la historia ligada a las culturas del desperdicio, de las religiones atávicas, de los Estados Nación, de las diferencias de clases y de los intereses meramente individuales, a una historia colectiva de la vida humana. La globalización ha comenzado con la tecnología, que nos ha interconectado y nos ha hecho interdependientes. Pero la evolución no para en la ciencia y en la tecnología, sino que continúa hacia un proceso que abarca lo que los investigadores llaman la transformación de la biogénesis, la antropogénesis y la planetogénesis. Todo esto conlleva riesgos y oportunidades. Existe la posibilidad de construir una sociedad humanista, que sea una en su sustancia y diversa en sus manifestaciones, con un plan de futuro prometedor para todos. Existe también el riesgo de que cada pueblo se mire únicamente a sí mismo y se auto-afirme contra los demás, perdiendo la conciencia de que todos formamos una única y gran familia humana. No está eliminado el peligro de que las armas de destrucción masiva puedan dañar severamente la biosfera e imposibilitar el proyecto planetario humanista. Independientemente de los riesgos y oportunidades, toda transición tiene una dimensión de continuidad y otra de novedad. Si predomina la continuidad se agravará la crisis y aparecerán elementos destructivos. Si triunfa la novedad, surgirá una esperanza y se abrirá un nuevo camino. Es necesario dar consistencia a la novedad, para que logre dejar atrás la continuidad del pasado e inaugure efectivamente lo nuevo. Necesitamos distinguir los elementos de la novedad. Esto requiere adquirir valores que garanticen la construcción del proyecto humanista planetario. Lo primero es admitir que todos estamos en una sola casa común, nuestra Madre Tierra, con unos recursos limitados, con una sobrepoblación, y con unos riesgos que nos amenazan y que sólo podemos evitar en función de la adquisición de virtudes como son la hospitalidad, la convivencia, la tolerancia, el respeto a las diferencias, la comensalidad (compartir el pan) y la cultura de la paz. Inseparablemente a estas deben ir las virtudes de la era ecológica: el cuidado amoroso de la naturaleza, la corresponsabilidad, la cooperación y la reverencia (capacidad de admirar y gustar de lo maravilloso)”.

            Luis Fernández Godard concluye diciéndonos con este artículo que la ciencia y la tecnología no bastan para darle un rostro humano a la globalización. Es necesaria una dimensión espiritual, ética y estética que le dé dirección y sentido a todo lo que nos ofrecen los demás elementos. Sólo una visión holística y una interconectividad de todos los elementos harán que la crisis nos lleve a una verdadera construcción de ese mundo del que apenas imaginamos cómo puede ser. Cada uno somos responsables de aportar, desde nuestra propia situación, la energía que hará otro mundo posible para el bien de todos. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.

Luis Humberto.

Integrante de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A. C. (REVECO).