Panoramas de Reflexión
En ocasiones nos da por deprimirnos, por sentirnos desplazados, rechazados, olvidados, solos. Después de todo, nadie está exento de sentirse así alguna vez. Entonces es cuando pensamos en las tragedias, los infortunios, los pesares, los problemas que nos envuelven, y toda clase de desventuras potenciales sin razón. Y la verdad, concluyo que la inmensa mayoría de las veces en que nos sentimos así y las desgracias que padecemos, es por culpa nuestra.
Sin embargo, es nuestra costumbre, muy arraigada, el buscar culpables a todas nuestras penas, nuestros problemas, tanto, que muy a menudo olvidamos perdonar, echándole la culpa a todo y a todos. “Perdón es el aroma que la rosa deja en la suela que la aplasta”, dice un autor anónimo. Una bellísima forma de expresar el valor del perdón porque perdonar es tan difícil cuando el agravio es grande, pero es en esas ocasiones cuando el perdón adquiere su máxima grandeza. Quien sabe perdonar, aun en casos extremos, demuestra un alto grado de autocontrol, de autoestima y de amor a sí mismo. Demuestra que tiene dominio absoluto de sus instintos, de sus sentimientos, porque cuando el estómago clama venganza, el corazón ahoga sus gritos con el suave bálsamo del perdón. Entonces, aprendamos a perdonarnos a nosotros mismos por nuestros errores, para que podamos estar en condiciones de poder perdonar a los demás. El perdón es una virtud consagrada a los verdaderamente grandes de espíritu, de los que están muy por encima de sus instintos y pasiones. Quienes prefieren no perdonar y buscar la venganza se vuelven esclavos de la parte oscura de su mente, y muy probablemente terminen sus días siendo víctimas de la venganza de quienes hayan ofendido. “Errar es humano, perdonar es divino”, dijo el poeta inglés Alexander Pope. No busquemos culpables y tampoco ofendamos a nadie para procurar jamás vernos en la necesidad de pedir perdón, y en cambio, otorguémoslo siempre. Es difícil lograrlo pero no imposible, tengámoslo invariablemente muy en cuenta, pues esto nos ayudará mucho a reflexionar cuando nos sintamos deprimidos.
Adelante, sigamos siempre adelante, no importa que de espinas esté lleno el camino, después de todo, no tenemos otra alternativa en esta vida más que continuar, avanzar, a menos que se busque deliberadamente la muerte; aunque para ello, pienso que se requieren muchas agallas para encontrarla. Además, la vida es corta pero bella. No se desanime, luche, libérese, perdónese y perdone a los demás. Valórese a sí mismo y valore a sus semejantes, sus posibilidades, sus pertenencias, y deseche todo lo malo, todo lo que no le sirva para trascender, para progresar, para continuar viviendo tranquilamente, en paz y con honestidad. Nada nos cuesta, es gratis. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.
Integrante de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A. C. (REVECO).