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Indiferencia y deshonestidad.

Por Luis Humberto Muñoz Vazquez

Panoramas de Reflexión

            La cara que usted le vuelve a la vida, es la misma que ella nos devuelve. Si actuamos, si nos desenvolvemos sin escrúpulos, ajenos de honestidad, de respeto, de buen trato, de los buenos valores que enuncia la ética moral, desafortunadamente encontraremos la misma respuesta; es decir, deshonestidad, irrespeto, amoralidad, y considero que eso no le gusta a nadie para nada. Sin embargo, pese a las serias desventajas que ello presenta, continuamos actuando así.

            Todos, absolutamente todos (incluso los maleantes y delincuentes), de los demás, aguardamos respeto, honestidad, buen trato. Entonces me pregunto yo, ¿por qué no lo practicamos todos? La falta de una buena educación en muchas personas, aunada a múltiples y diversos problemas, ha generado inestabilidad en sus relaciones interpersonales y eso nos afecta invariablemente a todos. Desafortunadamente hacía donde volteemos vamos a encontrar gente socialmente resentida por diversas causas y motivos, y con ello, gente deshonesta. La honestidad no puede existir a medias, o se es honesto por completo o de plano no se es. Muchas veces me hago innumerables preguntas al respecto y creo que efectivamente, el cambio está en nosotros mismos y mientras no queramos todos modificar nuestra actitud y dirigirla hacia nuevos horizontes en que se vislumbren verdaderos cambios para nuestro beneficio, seguiremos igual que siempre, como hasta ahora. La monstruosa indiferencia que nos invade es inquebrantable y abrumadora pues son tantas las alocuciones, palabras, frases y oraciones, muertas todas, que han pronunciado grandes ensayistas, escritores y oradores, a través de todos los medios del mundo, que bastarían para convencer hasta el ser más ignorante y retrograda del planeta y aun así continuamos empecinados en ella, que a veces creo que ni tocando fondo sería suficiente para deponer nuestra conducta actual. Vamos directamente y sin escalas hacia nuestra propia autodestrucción por nuestro propio gusto. Ojalá y esto fuera al revés. Sembramos odio por doquier, rencor, injurias, amenazas, chismes, y tenemos que cosechar lo mismo. En cambio, si sembráramos exactamente todo lo contrario a esto, cosecharíamos amor, aprecio, respeto, buenaventura, aliento, y no queremos entenderlo así. Qué pena pero esa es la verdadera conducta humana que nos envuelve y que por consabida se calla. Nadie levanta la voz por temor y quienes lo han hecho están muertos.

            Pese a esta contrariedad la vida tiene que seguir su curso, lo sigue, llena de corrupción y deshonestidad, y nadie puede detenerse; tal vez por generaciones continuemos de esta manera. Es una lástima, un desperdicio de tanta riqueza que nos rodea, que vemos pero que no podemos disfrutar. Pese a grandes y graves problemas sociales la tendencia hacía la indiferencia continua. La deshonestidad y la corrupción se han tornado ya en gran parte de nuestro modus vivendi, que absolutamente todos hemos participado en ellas por gusto o por necesidad. ¡Cambiemos ya por favor!, ya basta. Sonríale a la vida para que la vida le sonría. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.

Luis Humberto.

Integrante de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A. C. (REVECO).