Panoramas de Reflexión
Decir la verdad se hace tan difícil, que cuando se dice realmente es difícil de creerla. Tenemos los ojos vendados y gran causa de ello es la abundante y penosa ignorancia que nos empecinamos en mantener y que nos invade por doquier, merced en gran estima al arbitrio mediático que difunden masiva, subliminal y subrepticiamente los grandes consorcios a través de sus deposiciones voluntarias u obligadas, sirviendo tal vez con actitud de clientelismo.
La conciencia y la voluntad de las masas se dominan y manipulan a través de diversas y ominosas acciones o estrategias, dirigidas algunas por medio de la mercadotecnia de grandes monopolios, públicos y privados, que ejercen el poder y el control en pos de mantener un pueblo sosegado y sometido a sus decisiones. Mientras la gente no quiera, no busque educarse, prepararse, comprometerse intelectualmente, adoptando una actitud positiva que la incite al estudio, al conocimiento, al razonamiento, a la preparación, y al uso consciente y adecuado de la tecnología actual, seguiremos enclaustrados, encadenados, sometidos, a las desatinadas y absurdas decisiones pletóricas de especulación abusiva, de oligárquicos grupos de “negociantes” que ejercen el poder conjuntamente. A veces la verdad se torna difícil de creer, cuando decirla se torna difícil. Reflexione antes que la vida le obligue. La cobardía es madre de la crueldad y la ejercen sin inhibiciones quienes están detrás del poder y la posesión del dinero, valiéndose de los medios y funestas estrategias comerciales. Pregúntese usted si por citar un ejemplo, es usuario de telefonía celular en la modalidad de prepago, por qué cada mes le congelan su saldo y sólo se lo vuelven a activar si compra una nueva recarga. Pregúntese usted por qué se incluyen llamativas opciones en teléfonos celulares como la posibilidad de reproducir música en formato mp3, videojuegos, bluetooth, cámara digital, y muchas otras expectativas más, en costosos y novedosos aparatos cuya principal función de utilidad es la comunicación a distancia. Pregúntese usted por qué está obligado a pagar diferentes tarifas, que generalmente se clasifican en residencial o comercial, de acuerdo al uso que usted le dé, por servicios únicos como agua, teléfono, televisión por cable o satelital, o energía eléctrica, cuando el costo para poder proporcionárselo es el mismo para cualquier usuario. Pregúntese usted por qué la educación media y superior de alta calidad es la que cuesta. Pregúntese usted lo que quiera. Todo está confabulado a través de absurdos y dudosos marcos legales, y coludido con otros fuertes grupos de consorcios comerciales que no les basta con el utilitario privilegio de ser monopolios. Es cierto que el deseado nivel cultural y la preparación intelectual que pretenda obtener la elije usted mismo; pero también es cierto que son muchas las barreras, los obstáculos, que enfrentan diariamente las personas que están en condiciones de estudiar y prepararse para la vida, para que lo hagan plenamente y con convencimiento propio. La tarea no es nada fácil pero tampoco se antoja imposible. No sea indiferente, prepárese, lea, estudie, convenza a sus hijos de que hagan lo propio. No permanezca impasible, frío. La canción del barzón, una canción de principios del siglo pasado, expresa a la perfección esa monstruosa indiferencia que demostramos como pueblo. Cuando el patrón en la tienda de raya les quitaba con argucias su maíz a la gente, ésta decía: “Y yo me quedé chupando aguardiente, haciendo un cigarro de hoja, recogiendo mi frazada, a que maldito patrón todo mi maíz se lo llevó pa´ su maldita troje”.
Ya no somos aquel pueblo de lucha y de coraje de antaño; sin embargo, luchemos, no todo está perdido, todavía podemos contender con ahínco y tesón sin gala de violencia, para lograr hacer que las cosas cambien. No consumamos pues cosas suntuosas y superfluas, no caigamos en los juegos engañosos de las “promociones” y las “ofertas”, en las tentaciones de préstamos personales y directos de “dinero barato” o en los “abonos chiquitos”, en las engorrosas, diversas y constantes ofertas telefónicas, e innumerables cosas más; no permitamos que nos sigan quitando el maíz para que se lo lleven “pa’ su maldita troje”, cuide sus ahorros, proteja sus inversiones con mesura. Despertemos, preparémonos para que construyamos juntos un mundo de mejor ambiente para nosotros mismos y nuestras futuras generaciones. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.
Integrante de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A. C. (REVECO).