Panoramas de Reflexión
La falta de voluntad es considerada como la mayor discapacidad que el ser humano puede experimentar en su vida, y es que la misma, esa facultad de decidir y ordenar la propia conducta; ese acto que la potencia volitiva admite o rechaza las cosas, queriéndolas o aborreciéndolas por libre determinación, es precisamente lo que hace a los seres humanos tomar decisiones trascendentales por su importancia o gravedad, dadas las probables consecuencias de sus actos.
Un manco, un ciego, un parapléjico, sin voluntad de sobresalir, de seguir siempre adelante a pesar de sus desavenencias, está doblemente discapacitado. Es cierto que muchas veces nos envuelve la depresión, la impotencia, la soledad, la agorafobia, la paranoia, la marginación, la discriminación y muchos pero muchos otros obstáculos, enfermedades, defectos y vicisitudes que debemos enfrentar y sortear para caminar con determinación y prestancia. La vida no es justa ni fácil para nadie, sin embargo, es bella pero complicada y de sabor agridulce. Se gana y se pierde, se lucha y se aprende; se simplifica o se complica, según nuestra propia elección. Nunca se da como pensamos o imaginamos, pero siempre encontramos puertas que se nos abren para seguir; ángeles que se nos acercan para sanar nuestras alas, cuando están abatidas por las adversidades. Los amigos, las buenas amistades que cultivamos en el devenir de nuestra aventurada existencia, son piezas importantes que juegan un papel preponderante cuando correspondemos recíprocamente a sus desinteresados afectos y beneficios, con igual sumisión, compromiso, respeto y lealtad otorgada. La arrogancia, la soberbia, la altanería, la falsedad, la hipocresía, la ambición, la altivez, la envidia, los prejuicios, el apetito voraz y desordenado que envenena nuestro espíritu con el menosprecio y deslealtad hacia los demás, no reporta jamás beneficio alguno para nadie, y me sorprende que aun así sigamos insistiendo en comportamientos viles, bajos, soeces e indignos dadas nuestras más caras pretensiones de alcanzar la aceptación y tolerancia en nuestra convivencia diaria con los demás.
La voluntad es pretensión, valor, arrojo, osadía, determinación, decisión, intención, ánimo, resolución, deseo o ganas de lograr muchas cosas, a pesar de innumerables inconvenientes y limitaciones. Desafortunadamente en la mayoría de las veces no actuamos con la determinación necesaria para lograr nuestras pretensiones. La verdadera voluntad no se concibe quebrantada por malas costumbres, malos hábitos o vicios. La voluntad es amor, cariño, afición o afecto por lo que se pretende, se busca o se hace, con convencimiento pleno de alcanzar una meta propuesta, los objetivos trazados. De lo contrario, la voluntad, simple y sencillamente, no existe. Anímese a intentarlo, no lo eche en saco roto, no sea abúlico, téngase fe, téngase voluntad. ¿No lo cree usted así amigo lector? Piénselo un poco. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.
Integrante de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A. C. (REVECO).