Hemos comenzado este nuevo año 2021 que a primera vista se nos presenta
con muchos desafíos. Existe mucha incertidumbre sobre el futuro que nos
aguarda. La crisis sanitaria que nos alcanzó el año pasado agravó la situación
de las familias mexicanas en todos los niveles de la población. Estamos
aprendiendo a vivir con lo necesario y a valorar más lo que tenemos.
Este año que comienza no podemos quedarnos sólo en una mirada de reclamo
o añoranza por el pasado que nunca volverá. Debemos superar la mirada de
retrovisor que no se hace responsable del presente y sólo distribuye culpas.
Debemos ser proactivos, creativos, comprometidos, previsores, organizados y
discernir mejor cada decisión que tengamos que tomar.
La fe nos permite ver el pasado con gratitud, no obstante, las dificultades que
hayamos vivido o sufrido, siempre existe algo bueno en medio de los torbellinos
que nos presenta la vida. El futuro lo contemplamos con esperanza ya que las
celebraciones navideñas que acabamos de vivir (el nacimiento del hijo de Dios,
la fiesta de la sagrada familia y la adoración de los magos de oriente) nos
ayudan a tomar conciencia de que Dios está en medio de nosotros. Él ha
asumido nuestra carne mortal para redimirnos y compartirnos su gloria.
La vida humana goza de una dignidad que ni siquiera las creaturas angelicales
tienen. La vida humana es tan importante que el mismo hijo de Dios quiso
asumirla con su encarnación. El hecho de que el hijo de Dios se haya hecho
uno de nosotros, nos hace valorar la belleza y la grandeza de la que goza
cualquier ser humano.
La vida humana es uno de los dones más excelentes que tenemos los seres
humanos, toda vida humana es digna desde el momento en que empieza a
existir hasta su desenlace natural, por eso debemos cuidarla, respetarla,
protegerla y valorarla. La vida humana es un bien precioso, es la base de la
que dependen todos los demás bienes que una persona posee como pueden
ser su libertad, y su voluntad.
Por este motivo lamentamos profundamente lo que acaba de suceder en
Argentina, el pasado 30 de diciembre de 2020. El senado de ese país legalizó
el crimen horrendo del aborto. Aprobaron el proyecto de ley que permitirá que
una madre pueda asesinar a su hijo durante los primeros 3 meses de
embarazo. Con esa decisión pasaron por encima del primero de todos los
derechos humanos, el derecho a la vida. Se trata de una verdadera perversión
del derecho, esta ley aprobada pretende transformar un delito en un derecho.
¡Asesinar a una persona, nunca se podrá considerar como un derecho!
Lamentamos además que algunos actores políticos de nuestro país,
promotores de la cultura de la muerte, hayan festejado esta decisión criminal.
¿Cómo se puede celebrar la muerte de un ser humano? No les basta con la
tragedia que estamos sufriendo, sea por la incontrolable crisis sanitaria que
sufrimos por causa del COVID-19 como por la imparable ola de violencia que
no ha encontrado una respuesta estratégica.
Nos auguramos que este año que estamos comenzando triunfe la cultura de la
vida. Que la vida humana sea respetada, custodiada y amada por todos.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Director Oficina Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa