Panoramas de Reflexión
Las lampededromías o lampadeforias fueron carreras de antorchas que formaban parte del programa de algunas festividades de la antigua Grecia. Todo parece indicar que la institución de las lampededromías tuviera su origen en las fiestas dedicadas a las divinidades ligadas al culto del fuego. En Atenas, primitivamente había tres: la de las Prometeas, fiesta en honor del titán Prometeo, amigo de los mortales, honrado por robar el fuego de los dioses; la de las Hefestias, en honor de Hefesto, dios del fuego y la forja; y la de las Panateneas, en honor de Atenea, diosa de la guerra, civilización, sabiduría, estrategia de las artes, de la justicia y de la habilidad.
Era una competición entre las tribus resultantes de la reforma de Clístenes, político ateniense que introdujo el gobierno democrático en la antigua Atenas. Las tribus participantes, probablemente cinco cada vez, elegían un gimnsasiarca que era el responsable de un gimnasio encargado de reclutar, a su costa, los corredores en el seno de su tribu. La carrera se desarrollaba entre la Academia situada al noreste de Atenas y la Puerta Dípylon, la distancia era alrededor de seis estadios. Cada tribu alineaba cuarenta corredores y cada uno recorría unos 25 metros antes de pasar la antorcha, que debía permanecer encendida, al siguiente corredor. La victoria era colectiva. El significado de las lampededromías es hipotético, o consistía en honrar el don del fuego a los hombres y sus beneficios o se trataba de una purificación ritual mediante el fuego. Las lampededromías, muy apreciadas, evolucionaron en el decurso del tiempo. Desde el siglo V a. C. se comienza a asistir a una multiplicación de carreras. Después de la victoria de Maratón, los atenienses les añadieron un cuatrirreme, o buque de guerra propulsado a remo, en honor de Pan, dios de los pastores y rebaños. Estas carreras tenían lugar durante las Teseas, en honor de Teseo mítico rey de Atenas; las Hermeas, en honor de Hermes, dios olímpico de las fronteras y los viajeros que las cruzan, de los pastores, de los oradores, el ingenio y del comercio en general; las Bendideas, en honor de Bendis, diosa tracia de la caza que los antiguos griegos identificaron con Artemisa, señora de los animales; y por último, en la época imperial romana en honor de los jefes militares romanos. Las reglas se modificaron y las carreras a veces fueron individuales. También surgieron lampededromías con jinetes o niños. Tuvieron lugar en las regiones de Grecia y de la Magna Grecia al menos hasta la época romana. Sin embargo, fueron un fenómeno cultural puramente griego, los romanos no las practicaron.
Se podría decir que las lampededromías o lampadeforias inspiraron a Carl Diem, cuando introdujo a partir de 1936 en los Juegos Olímpicos la carrera de relevos de la llama olímpica de Grecia a la ciudad anfitriona. Inspirando también en México a los peregrinos guadalupanos que en su peregrinar desde hace muchos años, enarbolan una antorcha como símbolo de la de luz y de la fe que los conecta con los rasgos sagrados y espirituales de su devoción, marchando hacía la Basílica de la Virgen Guadalupe, que este año se vio interrumpida por la pandemia que nos aqueja. La línea indígena de este culto es resultado del sincretismo religioso que mezcló y complementó la devoción originaria de la diosa prehispánica de los nahuas llamada Tonantzin, deidad de fertilidad y Madre Tierra con la Virgen María Católica madre de Jesucristo, Madre de Dios. Que tenga un buen día.
Luis Humberto.