Los recién nacidos pesan uno 100 gramos, miden unos 15 centímetros de largo y son ciegos hasta prácticamente la octava semana de vida, lo que los hace muy vulnerables.
El diminuto tamaño de las crías de oso panda ha intrigado históricamente a la comunidad científica. Los recién nacidos no acostumbran a superar los 100 gramos de peso –900 veces menos que sus madres– y los 15 centímetros de longitud. En el caso de los humanos, en cambio, la diferencia entre madres e hijos es mucho menor, ya que las primeras son sólo unas 20 veces más grandes que las segundas.
Además, al nacer, los osos panda son ciegos hasta prácticamente la octava semana de vida, lo que los hace muy vulnerables a, por ejemplo, los pisotones de sus madres, que acaban con sus vidas mucho más a menudo de lo que ellas quisieran.
Existe una teoría que sostiene que los osos que hibernan dan a luz a sus crías cuando estas aún no han completado su desarrollo porque, al depender las madres durante meses sólo de sus reservas de grasa para sobrevivir, para las crías es más beneficioso seguir desarrollándose fuera del útero, donde podrán alimentarse de la leche materna. Esto explicaría, por ejemplo, que las crías de los osos polares sean 400 veces más pequeñas que sus madres.
Pero esto no sirve para los osos panda porque no hibernan, lo que motivó a un grupo de investigadores de la Universidad de Duke a estudiar el desarrollo óseo de las crías de diferentes especies de osos y otros animales, pues se sabe que éste va ligado al desarrollo, en general, de las crías.
En concreto, los expertos compararon los huesos de ejemplares muertos poco después de nacer de 10 especies de mamíferos distintas. Gracias a ello se dieron cuenta de que, excepto en el caso de los pandas, no existían diferencias significativas entre el desarrollo óseo que experimentaban las especies que hibernaban y ayunaban durante el embarazo y las que se alimentaban durante todo el año.
Los resultados de esta investigación se recogen en un artículo publicado este mes de diciembre en la revista especializada Journal of Anatomy . En él, los autores sostienen que las crías de oso panda son las que nacen menos desarrolladas de todas las estudiadas. De hecho, los expertos sostienen que, cuando nacen,el grado de desarrollo de las crías de oso panda equivale al de un feto humano de 28 semanas.
Estudios anteriores apuntan que el hecho de que los osos panda se alimenten prácticamente sólo de bambú podría influir en su desarrollo y explicaría que nazcan más pequeños que otras especies. Otros trabajos, en cambio, sugieren que existe algún tipo de peculiaridad en su embarazo que hace que las crías nazcan mucho más débiles.
En este sentido, los autores del trabajo publicado ahora sostienen que la falta de desarrollo de las crías de oso panda podría estar relacionada con la ‘implantación retardada’, que es la estrategia reproductiva por la que el embrión, una vez fecundado, permanece sin adherirse a la pared uterina y no se desarrolla, por lo que se excede el período normal de gestación.
Esto se produce en más de un centenar de especies de mamíferos, entre los cuales figuran los osos. Según los investigadores de la Universidad de Duke, lo que podría estar ocurriendo con los osos panda es que su período de desarrollo tras la implantación del embrión es más corto que el de otras especies de osos.
Para la elaboración del trabajo los investigadores analizaron los huesos crías de oso panda fallecidas poco después de su nacimiento en el Smithsonian National Zoological Park, el zoológico de Washington (Estados Unidos). Los expertos tomaron fotos de cada ejemplar, las escanearon y crearon un modelo 3-D para cada uno, permitiéndoles ello comprender mejor por qué las crías de oso panda nacen tan pequeñas.
La diferencia entre el peso de las madres y el de las crías de oso panda es de las más grandes de todas las que existen en el mundo animal e influye, y mucho, en su autosuficiencia. En general, esta diferencia varía mucho entre las distintas especies de mamíferos, situándose en uno de los extremos las jirafas, cuyas crías pesan un 10% de lo que pesan sus madres, y en el otro los canguros, que nacen con un tamaño 100.000 veces inferior al de sus progenitores